El vino de consagrar es una variedad de un tipo de vino que se llama "mistela". Lo encuentras en las vinaterías o bien en un lugar donde vendan articulos de repostería te podrán indicar dónde conseguirlo.
Como otros millones de niños en el mundo entero, me aficioné al elixir de los dioses en la sacristía de la iglesia de mi pueblo de la mano de don José. Qué buen cura para el pueblo don José y qué buen pueblo para el cura, que en las matanzas le regalaba hígado y lomo.
En los recreos de la escuela don José se remangaba la sotana y dejando asomar unas canillas flacas y peludas jugaba al fútbol como un Ronaldo con tonsura. Lástima que un día se le atragantara el pie con la falda de la sotana, cayera de cabeza y se partiera la crisma.
Con la perspectiva y el paso del tiempo me he percatado de que cuando le rebañábamos a escondidas el vino de las vinajeras no le engañábamos.
Se daba cuenta, pero callaba. Intuía en su interior que aquello era bueno para nuestro cuerpo y nuestro espíritu. De otra forma nunca hubiera aparecido al lado de las vinajeras el trocito de queso de bola con su cera roja que a menudo aparecía.
Yo creo que don José era un cura adelantado a su tiempo. Ya ves, hoy en día, todos los curas del mundo dejan comulgar, además de con la hostia, con el vino. Algo así como hacíamos nosotros siglos atrás. Incluso las Jornadas Mundiales de la Juventud presididas por el Papa se convierten en enormes botellones donde el vino es el protagonista.
Yo no sé de qué marca sería el vino que usaba don José, pero ahora, en las macroconcentraciones cristianas se comulga con "Malvaxia sincerum" o "Alleluia". Son vinos de once a quince grados de pura uva, "ex genimine vitis impollutum", como manda la Santa Madre Iglesia. La copita diaria que se beben curas, obispos y cardenales en Misa pasa de los cinco millones de litros al año. Eso sin contar con el garrafón que los monaguillos dejamos tieso cada seis días en la sacristía.
Si te das cuenta, la mayoría de los religiosos son muy longevos. Longevísimos en casos. Yo achaco este bien al moderado consumo diario de vino. Por eso no entiendo lo de la ministra esa Salgado, que en su afán protector y de protagonismo viene a querer ponerle el cartel de demoníaco al uso de tan preciada prenda. Vade retro, Elena. Para mí que pinchas en hueso. Ignora, creo yo, las cualidades y calidades de esta bebida que en la mesa se convierte en arte desde el momento mismo en que se selecciona la copa en la que ha de degustarse. El vino habla de naturaleza, negocio, geografía, clima, arquitectura, literatura, pintura, religión. Pero habla, sobre todo, de amistad, de paz, de amor y serenidad.
Esta tía Salgada que quiso sacarle los ojos al tabaco, no se percata de que cuando Zapatero se reúne con otro político, tal que el Arturo Mas catalán, se fuma dos cajetillas de rubio. No se cosca que cuando acaba una reunión de la cachonda alianza de las civilizaciones, después de partirse el pecho de risa la concurrencia brinda con buen vino de Toro.
Prohibir la promoción del vino español es tanto como prohibir el buey japonés de Kobe con la excusa de que la carne engorda. El vino es deleite de los sentidos. El descorche de una botella es un acto de fe. Una religión. Un placer que conduce al paroxismo.
El vino es empuje de todas las bellas artes. Los grandes arquitectos tienen grandes proyectos ligados al mundo del vino. Sus obras son un atractivo más. Un aliciente más. En la Denominación de Origen Rueda, el grupo Faustino cuenta con Norman Foster; Chivite con Moneo; Calatrava con Ysios de la Rioja y aquí en El Pego, a la vuelta de la esquina, Somoza-Pedrero se afana en dar brillo y volumen a una importante bodega, Coral Duero.
El vino, lejos de ver minimizado su conocimiento, debería de estar en las escuelas. Ser asignatura de cabecera en vez de convertirse en el bulto sospechoso que la señora ministra esa quiere que sea. Conocerlo, sentirlo, amarlo, aprender a consumirlo sería una fantástica lección que lo convertiría en placer y salud. Rioja, Duero, Toro, Alvariño, Jerez, nueve millones de jornales manchegos se lo agradecerían.
Le recomiendo a la ministra que estudie y luego se pronuncie. Que cate primero y luego blasfeme. Que maride el queso de oveja curado con un Jerez en vez de activarlo en el paladar con agua o Cola. Y si se queda con resaca, que haga como en Mongolia: tómese un buen vaso de zumo de tomate con un ojo de oveja en vinagre.
Answers & Comments
Verified answer
El vino de consagrar es una variedad de un tipo de vino que se llama "mistela". Lo encuentras en las vinaterías o bien en un lugar donde vendan articulos de repostería te podrán indicar dónde conseguirlo.
mi abuelo lo llama vino del pulgatorio
Como otros millones de niños en el mundo entero, me aficioné al elixir de los dioses en la sacristía de la iglesia de mi pueblo de la mano de don José. Qué buen cura para el pueblo don José y qué buen pueblo para el cura, que en las matanzas le regalaba hígado y lomo.
En los recreos de la escuela don José se remangaba la sotana y dejando asomar unas canillas flacas y peludas jugaba al fútbol como un Ronaldo con tonsura. Lástima que un día se le atragantara el pie con la falda de la sotana, cayera de cabeza y se partiera la crisma.
Con la perspectiva y el paso del tiempo me he percatado de que cuando le rebañábamos a escondidas el vino de las vinajeras no le engañábamos.
Se daba cuenta, pero callaba. Intuía en su interior que aquello era bueno para nuestro cuerpo y nuestro espíritu. De otra forma nunca hubiera aparecido al lado de las vinajeras el trocito de queso de bola con su cera roja que a menudo aparecía.
Yo creo que don José era un cura adelantado a su tiempo. Ya ves, hoy en día, todos los curas del mundo dejan comulgar, además de con la hostia, con el vino. Algo así como hacíamos nosotros siglos atrás. Incluso las Jornadas Mundiales de la Juventud presididas por el Papa se convierten en enormes botellones donde el vino es el protagonista.
Yo no sé de qué marca sería el vino que usaba don José, pero ahora, en las macroconcentraciones cristianas se comulga con "Malvaxia sincerum" o "Alleluia". Son vinos de once a quince grados de pura uva, "ex genimine vitis impollutum", como manda la Santa Madre Iglesia. La copita diaria que se beben curas, obispos y cardenales en Misa pasa de los cinco millones de litros al año. Eso sin contar con el garrafón que los monaguillos dejamos tieso cada seis días en la sacristía.
Si te das cuenta, la mayoría de los religiosos son muy longevos. Longevísimos en casos. Yo achaco este bien al moderado consumo diario de vino. Por eso no entiendo lo de la ministra esa Salgado, que en su afán protector y de protagonismo viene a querer ponerle el cartel de demoníaco al uso de tan preciada prenda. Vade retro, Elena. Para mí que pinchas en hueso. Ignora, creo yo, las cualidades y calidades de esta bebida que en la mesa se convierte en arte desde el momento mismo en que se selecciona la copa en la que ha de degustarse. El vino habla de naturaleza, negocio, geografía, clima, arquitectura, literatura, pintura, religión. Pero habla, sobre todo, de amistad, de paz, de amor y serenidad.
Esta tía Salgada que quiso sacarle los ojos al tabaco, no se percata de que cuando Zapatero se reúne con otro político, tal que el Arturo Mas catalán, se fuma dos cajetillas de rubio. No se cosca que cuando acaba una reunión de la cachonda alianza de las civilizaciones, después de partirse el pecho de risa la concurrencia brinda con buen vino de Toro.
Prohibir la promoción del vino español es tanto como prohibir el buey japonés de Kobe con la excusa de que la carne engorda. El vino es deleite de los sentidos. El descorche de una botella es un acto de fe. Una religión. Un placer que conduce al paroxismo.
El vino es empuje de todas las bellas artes. Los grandes arquitectos tienen grandes proyectos ligados al mundo del vino. Sus obras son un atractivo más. Un aliciente más. En la Denominación de Origen Rueda, el grupo Faustino cuenta con Norman Foster; Chivite con Moneo; Calatrava con Ysios de la Rioja y aquí en El Pego, a la vuelta de la esquina, Somoza-Pedrero se afana en dar brillo y volumen a una importante bodega, Coral Duero.
El vino, lejos de ver minimizado su conocimiento, debería de estar en las escuelas. Ser asignatura de cabecera en vez de convertirse en el bulto sospechoso que la señora ministra esa quiere que sea. Conocerlo, sentirlo, amarlo, aprender a consumirlo sería una fantástica lección que lo convertiría en placer y salud. Rioja, Duero, Toro, Alvariño, Jerez, nueve millones de jornales manchegos se lo agradecerían.
Le recomiendo a la ministra que estudie y luego se pronuncie. Que cate primero y luego blasfeme. Que maride el queso de oveja curado con un Jerez en vez de activarlo en el paladar con agua o Cola. Y si se queda con resaca, que haga como en Mongolia: tómese un buen vaso de zumo de tomate con un ojo de oveja en vinagre.
vino para consagrar.............
Ese es el nombre correcto vino de consagrar y lo hacen diversos productores. Generalmente se compra en las tiendas de articulos religiosos.
espero y te sirva byeeeeee
El vino de la misa es el MISTELA. No sé en que zona vives, pero en una vinoteca seguro van a saber orientarte.
Cuidado! Que el mistela es dulce y tiene un alto grado alcoholico! no te confies por su sabor, beber con cuidado!! ;)
El vino de las misas es el Mistela
Mistela, o en ocasiones marsala; son dos vinos licorosos, dulces.
Amigo se llama vino de consagrar y aca en colombia la botella vale mas o menos 6000 pesos colombianos, haciendo cuentas en USA valdria unos 4 dolares.