Los pueblecillos de la Sierra Madre, al oeste de Chihuahuahua, vivían en constante alarma por las excursiones bárbaras de los apaches, sosteniendo entre los montes y en el fondo de las selvas una constante guerra.
Todo el mundo allí tenía su carabina o su fusil, que los montañeses descolgaban a cada momento para organizar batidas y arrancar a viva fuerza las reses robadas por los feroces indios, quienes tuvieron que ir cediendo lentamente hasta ganar el norte.
Antecedente histórico de la Revolución Mexicana para algunos estudiosos e historiadores, la rebelión de Tomóchic es recordada como un hecho que resalta la valentÃa del chihuahuense.
Al pie del monumento erigido en memoria de los caÃdos en Tomóchic, fueron colocadas varias ofrendas florales durante la celebración de aniversario, el domÃngo 28 de octubre y se hizo la reseña de los hechos ocurridos a fines de octubre de 1892.
La historia nos señala que en este lugar ocurrió una de las peores masacres en contra de un pueblo pacÃfico de la sierra de Chihuahua.
Encabezados los tomochitecos por su dirigente Cruz Chávez, habÃan logrado repeler por la fuerza los primeros ataques de los soldados federales enviados por el dictador Porfirio DÃaz.
Sin embargo llegaron refuerzos al sitio hasta que los efectivos sumaron casi mil 500 soldados, apoyados con varios cañones.
El origen del conflicto inició meses atrás, aunque sus raÃces eran más profundas, relacionadas con el descontento social que ya se empezaba a percibir en todo el paÃs, como preludio del movimiento armado de 1910.
De igual forma hubo un fondo de tipo religioso, pues los habitantes de Tomóchic habÃan enfocado sus creencias hacia personas, como la llamada Santa de Cabora, Teresa Urrea, haciendo a un lado los objetos e imágenes religiosas, lo que generó la reacción y rechazo de la jerarquÃa católica en ese tiempo.
Finalmente lo que era en principio una discusión de tipo religioso, se tornó con facilidad en diferencias polÃticas con las consecuencias ya señaladas.
Acosado Cruz Chávez por las fuerzas federales y el intenso fuego en contra de los defensores, libraron el dÃa 29 de octubre de 1892 la última batalla.
Ese dÃa solo quedaba como defensa del pueblo la casa del combatiente habilitada como cuartel.
Ahà estaba Cruz Chávez con algunos combatientes, mujeres y niños a donde fue enviado un emisario para pedirles que se rindieran.
Cruz respondió ¡primero muertos! y ante la negativa se ordenó entonces la batida final. Los soldados empezaron a tirotear la casa hasta lograr entrar por el techo y disparar a mansalva sobre los rebeldes.
Finalmente cesó el fuego ante la creencia de que habÃan muerto todos, pero adentro quedaban siete hombres y una mujer, entre ellos el propio Cruz.
Salieron heridos y sangrantes, casi arrastrándose. Se les concentro en el portal de la única casa que quedaba en pie. Cruz pidió un cigarro que le fue concedido y le entregó al capitán Castro un morralito que siempre traÃa consigo, el cual contenÃa las cartas que Teresa Urrea le habÃa enviado en los últimos años.
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Los pueblecillos de la Sierra Madre, al oeste de Chihuahuahua, vivían en constante alarma por las excursiones bárbaras de los apaches, sosteniendo entre los montes y en el fondo de las selvas una constante guerra.
Todo el mundo allí tenía su carabina o su fusil, que los montañeses descolgaban a cada momento para organizar batidas y arrancar a viva fuerza las reses robadas por los feroces indios, quienes tuvieron que ir cediendo lentamente hasta ganar el norte.
Antecedente histórico de la Revolución Mexicana para algunos estudiosos e historiadores, la rebelión de Tomóchic es recordada como un hecho que resalta la valentÃa del chihuahuense.
Al pie del monumento erigido en memoria de los caÃdos en Tomóchic, fueron colocadas varias ofrendas florales durante la celebración de aniversario, el domÃngo 28 de octubre y se hizo la reseña de los hechos ocurridos a fines de octubre de 1892.
La historia nos señala que en este lugar ocurrió una de las peores masacres en contra de un pueblo pacÃfico de la sierra de Chihuahua.
Encabezados los tomochitecos por su dirigente Cruz Chávez, habÃan logrado repeler por la fuerza los primeros ataques de los soldados federales enviados por el dictador Porfirio DÃaz.
Sin embargo llegaron refuerzos al sitio hasta que los efectivos sumaron casi mil 500 soldados, apoyados con varios cañones.
El origen del conflicto inició meses atrás, aunque sus raÃces eran más profundas, relacionadas con el descontento social que ya se empezaba a percibir en todo el paÃs, como preludio del movimiento armado de 1910.
De igual forma hubo un fondo de tipo religioso, pues los habitantes de Tomóchic habÃan enfocado sus creencias hacia personas, como la llamada Santa de Cabora, Teresa Urrea, haciendo a un lado los objetos e imágenes religiosas, lo que generó la reacción y rechazo de la jerarquÃa católica en ese tiempo.
Finalmente lo que era en principio una discusión de tipo religioso, se tornó con facilidad en diferencias polÃticas con las consecuencias ya señaladas.
Acosado Cruz Chávez por las fuerzas federales y el intenso fuego en contra de los defensores, libraron el dÃa 29 de octubre de 1892 la última batalla.
Ese dÃa solo quedaba como defensa del pueblo la casa del combatiente habilitada como cuartel.
Ahà estaba Cruz Chávez con algunos combatientes, mujeres y niños a donde fue enviado un emisario para pedirles que se rindieran.
Cruz respondió ¡primero muertos! y ante la negativa se ordenó entonces la batida final. Los soldados empezaron a tirotear la casa hasta lograr entrar por el techo y disparar a mansalva sobre los rebeldes.
Finalmente cesó el fuego ante la creencia de que habÃan muerto todos, pero adentro quedaban siete hombres y una mujer, entre ellos el propio Cruz.
Salieron heridos y sangrantes, casi arrastrándose. Se les concentro en el portal de la única casa que quedaba en pie. Cruz pidió un cigarro que le fue concedido y le entregó al capitán Castro un morralito que siempre traÃa consigo, el cual contenÃa las cartas que Teresa Urrea le habÃa enviado en los últimos años.
Cruz todavÃa fumaba cuando una descarga de metralla acabó por fin con su vida. La historia nos dice sobre el costo de esta masacre que para matar a poco mas de cien hombres, el ejército federal tuvo que sacrificar a casi seiscientos soldados, gastó 60 mil cartuchos, 100 granadas y 20 botes de metralla. Todos los hombres de Tomóchic murieron y solo sobrevivieron 43 mujeres y 71 niños.