La pareja construye el nido que le da su nombre en un promedio de una semana.
Se realiza mediante la recolección y mezcla de elementos como barro, pelos, paja, raíces, heces, solamente utilizando el pico para formar una masa que se deposita cuidadosamente en el lugar correcto.
Su peso final promedia los 5 kilos, y adquiere una dureza considerable una vez seco.
Posee forma exterior redondeada con una abertura redondeada a la derecha, dando acceso a un pasillo que separa mediante una pared interna al lecho o "habitación" en donde se incubarán los huevos.
Cada nido sólo se utiliza una vez, por lo que se construye otro al año siguiente. Los usados quedan libres para quien desee utilizarlo, ya sea otra especie de ave o el hombre para adorno, lo que frecuentemente ocurre.
El nido ha definido al hornero; su nombre mismo se refiere a él. Y no sólo el que recibe en la Argentina, sino también otros con que se lo denomina en distintas regiones de América: Caserito, Casero, Albañil, João–de–barro.
En épocas de nidificación, las glándulas salivales del hornero se hipertrofian y garantizan una mayor secreción que ayuda a humedecer el material.
Muchos lugares encuentra apropiado el hornero para levantar su nido. Pueden construirlo en sitios inesperados para nosotros, como por ejemplo en vasijas abandonados o alambres de púas, y a veces en otros francamente insólitos.
El tipo de terreno y la abundancia de lluvias deciden la construcción del nido en cuanto de ellos dependen la obtención de los materiales y la duración de la tarea. Casi siempre el casal tarda entre 6 y 8 días para levantar el nido, pero si hay sequía la labor requiere cuatro días más y varios otros en el caso contrario, cuando la humedad es excesiva (en terrenos pantanosos demora 15 días).
Llegado el momento propicio y elegido el lugar, el casal pone manos a la obra o mejor dicho el pico, porque con éste amasa el barro que constituye la materia prima por excelencia, a la cual agregan ramitas, raicillas, semillas pequeñas, crines de caballo, pajitas, y restos de hojas.
El nido tiene dos partes: (“tiene una sala y tiene alcoba”como dice el poema de Leopoldo Lugones) una cámara anterior, separado por un tabique de la posterior o cámara de incubación o de cría.
Se construye en tres etapas. En la primera se realiza la base. Cuando el espacio elegido para el nido es plano, hacen un círculo con el barro; si es una rama van poniendo barro a los costados hasta formar un disco cóncavo. En la segunda etapa se levanta la pared colocando el barro desde el centro del basamento y en el círculo, de manera que el diámetro se va estrechando a medida que la pared asciende hasta cerrar la bóveda y deja una abertura que funciona como entrada. En la tercera etapa, en la cual el hornero trabaja desde dentro del nido y mirando hacia fuera.
Faltan ya unos pocos detalles: alisar las paredes internas a picotazos o frotando con el pecho y recubrir el piso de la cámara de incubación con pajitas y plumas para asegurarse que sea mullida y cálida.
El nido está listo. Es firme, sólido y con una distribución realmente adecuada.
A partir de entonces se lo cuida con esmero, reparándolo cada vez que sea necesario.
Los nidos de hornero abandonados son a menudo aprovechados por otras especies, en este caso por un jilguero.
La reproducción
En octubre, por lo general, la hembra deposita en el nido cuatro huevos muy simples, sin dibujos ni brillo, blancos y ovoidales. Los horneros hacen dos posturas por año.
Ambos, macho y hembra, se ocupan de incubar los huevos. Mientras uno de ellos incuba, el otro parte en procura de alimentos, anunciando su regreso a su compañero por medio del canto.
Quince días lleva la incubación, nacen entonces los pichones, indefensos, sin plumas, y con los ojos cerrados, de los padres dependen totalmente la preservación de su vida.
Cuando nacen las crías
Nacieron las crías indefensas y el ajetreo continúa tanto o más que antes. Aumentó la demanda de alimento y la pareja nuevamente comparte la búsqueda de larvas y gusanos para lo pichones, a quienes dan de comer directamente en el pico.
Durante esta primera etapa, los pequeñuelos no abandonan la cámara de incubación. Las crías se convierten entonces en un pajarito barullero, cuyos gritos inexpertos intentan imitar la de sus progenitores, que ya limitan a dejarles el alimento en la entrada del nido.
Tanto los pichones como sus padres abandonarán el nido definitivamente. Por lo general, el casal adulto empezarán a edificar un nido nuevo para la cría futura, siempre cerca de la anterior, y las crías formarán pronto su propia pareja y construirán sus propios nidos, vecinos de sus padres.
El hornero se vale de un canto especial para advertir al invasor y presenta pelea si éste ignora su derecho. Los combates son frecuentes y a menudo con la participación de hasta cuatro contendientes.
Éste, por ejemplo, persigue con gritos y picotazos al intruso hasta alcanzar el límite de su territorio, donde a su vez lo atacan otros horneros que lo sienten como un invasor.
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Hola
Nido de hornero
La pareja construye el nido que le da su nombre en un promedio de una semana.
Se realiza mediante la recolección y mezcla de elementos como barro, pelos, paja, raíces, heces, solamente utilizando el pico para formar una masa que se deposita cuidadosamente en el lugar correcto.
Su peso final promedia los 5 kilos, y adquiere una dureza considerable una vez seco.
Posee forma exterior redondeada con una abertura redondeada a la derecha, dando acceso a un pasillo que separa mediante una pared interna al lecho o "habitación" en donde se incubarán los huevos.
Cada nido sólo se utiliza una vez, por lo que se construye otro al año siguiente. Los usados quedan libres para quien desee utilizarlo, ya sea otra especie de ave o el hombre para adorno, lo que frecuentemente ocurre.
Esto es de Wikipedia
que poco tiempo tarda un hornero en construir su nido
depende de lo lejano que le cueste llevar la paja con barro al lugar elegido.
Frente a mi casa una pareja estuvo un mes haciendolo, se lo destruyo una tormenta y volvieron a rehacerlo y tardaron el mismo tiempo.
Saludos
En primavera de 1 a 2 semanas.
José Antonio Montoya G.
Traedor de felicidad a mujeres solteras, viudas y divorciadas.
400 dias
El nido ha definido al hornero; su nombre mismo se refiere a él. Y no sólo el que recibe en la Argentina, sino también otros con que se lo denomina en distintas regiones de América: Caserito, Casero, Albañil, João–de–barro.
En épocas de nidificación, las glándulas salivales del hornero se hipertrofian y garantizan una mayor secreción que ayuda a humedecer el material.
Muchos lugares encuentra apropiado el hornero para levantar su nido. Pueden construirlo en sitios inesperados para nosotros, como por ejemplo en vasijas abandonados o alambres de púas, y a veces en otros francamente insólitos.
El tipo de terreno y la abundancia de lluvias deciden la construcción del nido en cuanto de ellos dependen la obtención de los materiales y la duración de la tarea. Casi siempre el casal tarda entre 6 y 8 días para levantar el nido, pero si hay sequía la labor requiere cuatro días más y varios otros en el caso contrario, cuando la humedad es excesiva (en terrenos pantanosos demora 15 días).
Llegado el momento propicio y elegido el lugar, el casal pone manos a la obra o mejor dicho el pico, porque con éste amasa el barro que constituye la materia prima por excelencia, a la cual agregan ramitas, raicillas, semillas pequeñas, crines de caballo, pajitas, y restos de hojas.
El nido tiene dos partes: (“tiene una sala y tiene alcoba”como dice el poema de Leopoldo Lugones) una cámara anterior, separado por un tabique de la posterior o cámara de incubación o de cría.
Se construye en tres etapas. En la primera se realiza la base. Cuando el espacio elegido para el nido es plano, hacen un círculo con el barro; si es una rama van poniendo barro a los costados hasta formar un disco cóncavo. En la segunda etapa se levanta la pared colocando el barro desde el centro del basamento y en el círculo, de manera que el diámetro se va estrechando a medida que la pared asciende hasta cerrar la bóveda y deja una abertura que funciona como entrada. En la tercera etapa, en la cual el hornero trabaja desde dentro del nido y mirando hacia fuera.
Faltan ya unos pocos detalles: alisar las paredes internas a picotazos o frotando con el pecho y recubrir el piso de la cámara de incubación con pajitas y plumas para asegurarse que sea mullida y cálida.
El nido está listo. Es firme, sólido y con una distribución realmente adecuada.
A partir de entonces se lo cuida con esmero, reparándolo cada vez que sea necesario.
Los nidos de hornero abandonados son a menudo aprovechados por otras especies, en este caso por un jilguero.
La reproducción
En octubre, por lo general, la hembra deposita en el nido cuatro huevos muy simples, sin dibujos ni brillo, blancos y ovoidales. Los horneros hacen dos posturas por año.
Ambos, macho y hembra, se ocupan de incubar los huevos. Mientras uno de ellos incuba, el otro parte en procura de alimentos, anunciando su regreso a su compañero por medio del canto.
Quince días lleva la incubación, nacen entonces los pichones, indefensos, sin plumas, y con los ojos cerrados, de los padres dependen totalmente la preservación de su vida.
Cuando nacen las crías
Nacieron las crías indefensas y el ajetreo continúa tanto o más que antes. Aumentó la demanda de alimento y la pareja nuevamente comparte la búsqueda de larvas y gusanos para lo pichones, a quienes dan de comer directamente en el pico.
Durante esta primera etapa, los pequeñuelos no abandonan la cámara de incubación. Las crías se convierten entonces en un pajarito barullero, cuyos gritos inexpertos intentan imitar la de sus progenitores, que ya limitan a dejarles el alimento en la entrada del nido.
Tanto los pichones como sus padres abandonarán el nido definitivamente. Por lo general, el casal adulto empezarán a edificar un nido nuevo para la cría futura, siempre cerca de la anterior, y las crías formarán pronto su propia pareja y construirán sus propios nidos, vecinos de sus padres.
El hornero se vale de un canto especial para advertir al invasor y presenta pelea si éste ignora su derecho. Los combates son frecuentes y a menudo con la participación de hasta cuatro contendientes.
Éste, por ejemplo, persigue con gritos y picotazos al intruso hasta alcanzar el límite de su territorio, donde a su vez lo atacan otros horneros que lo sienten como un invasor.