La obra relata las historias vividas por una familia durante un turbulento período de la historia mexicana, la Revolución Mexicana, comprendido entre la caída de la dictadura de Porfirio Díaz en 1910 y el ascenso al poder de la burguesía, tras superar los intentos de revolución social protagonizados por los campesinos, dirigidos por Emiliano Zapata, asesinado en 1919.
El personaje central es Tita que es una mujer espiritualmente independiente, aunque sometida a las agresivas costumbres familiares de las que es presa. Por haber nacido última, y además por ser mujer, está condenada a permanecer soltera y casta para cuidar a su madre y no caer en la desgracia de la vergüenza social.
En una época de grandes represiones ideológicas, Tita no escapa de los cuestionamientos sobre la vida misma, sobre la libertad, las injusticias y sobre todo lo que le está prohibido. No se cuestiona sobre la Revolución por la que atraviesa su país, pues le interesa hacer y no filosofar. Contrariamente a esos héroes en las palabras que nos son mostrados a lo largo de la historia, Tita es quien en efecto busca cambiar las cosas. A su manera, busca la misma libertad que buscan los revolucionarios, pero ella está comenzando desde su casa, desde el Rancho, intentando cambiar las leyes represoras que le han sido impuestas, y soportando para ello los constantes abusos de su Mamá Elena.
Al nacer, Tita no pude recibir los alimentos maternos debido a una depresión de la que fue presa su madre tras enviudar. Así es como fue criada en la cocina por Nacha, su única amiga fiel y confidente, aprendiendo desde la cuna los secretos y sabores culinarios que marcan esta historia. De muy joven, a sus 15 años, Tita conoce a Pedro y se enamora perdidamente de él. El amor fue mutuo. Sin embargo, debido a la tradición familiar, Mamá Elena arregló la boda que marcaría definitivamente el odio que su hija Tita le tendría toda la vida: la de Rosaura con Pedro. Tita nunca comprendió realmente si fue cierto que Pedro se casara con su hermana para estar cerca de ella pues, víctima de los celos, Pedro habría sido en muchas ocasiones motivo de pena para Tita. Mamá Elena nunca dejó de vigilar a estos dos constantemente, ocasionando disturbios familiares al por mayor.
Además de excelente cocinera, Tita era una persona extremadamente sensible y estaba en profundo contacto con su espiritualidad. Ya que la cocina era para ella una actividad que la desvinculaba del mundo represor y le permitía el acceso a su propio y mágico, liberador mundo, era capaz de reflejar en sus platos sus estados de ánimo y contagiarlos a todos los comensales. La boda de Rosaura con Pedro fue motivo de gran tristeza para ella, e incluso de repulsión. Fue tal su sensación al preparar el pastel de bodas, que los presentes en la ceremonia, al probarlo, sintieron gran tristeza y, en busca de aliviar esta pena, se produjo una vomitona colectiva en el Rancho. Como no podía ser de otra forma, Mamá Elena culpó a Tita de haber intoxicado la comida y la castigó fuertemente. El segundo hechizo del que los comensales fueron presas se dio en el primer aniversario de Tita como cocinera del Rancho, luego de la muerte de Nacha. Pedro, tiernamente, regaló a Tita un ramo de rosas que Mamá Elena le prohibió conservar. Para no desperdiciar este gesto, algo tan rara vez observado por Tita, cocinó un platillo con los pétalos de esas rosas que había sostenido contra su pecho con tal firmeza que había salpicado con su propia y deseosa sangre, cargada de necesidades, en especial la del amor. Al probar el platillo se dio entre Pedro y Tita una relación sexual casi platónica, que fue sólo manifestada en lo físico en el cuerpo de Gertrudis, su otra hermana, el día que abandonó el Rancho.
Cuando Rosaura dio a luz a su primer hijo, Roberto, Tita se vio con gusto obligada a su alimentación, y le tomó un afecto maternal que ansiaba experimentar con todo su ser. Al verse imposibilitada de casarse y concebir, al haber recibido al niño en este mundo y al acoger a Roberto como su propio hijo su cuerpo reaccionó de una manera especial: dio leche, con la que alimentó al niño. Pero nuevamente su madre la reprimió: al ver extrañas movidas ocasionadas por los constantes roces de miradas y situaciones amorosas con Pedro, envió a la familia de su cuñado a vivir lejos. Esta separación fue doblemente dolorosa para Tita: perdía a su hombre (que no era su hombre) y a su hijo (que tampoco era su hijo). Siendo la encargada de la cocina del Rancho desde la muerte de Nacha, Tita por primera vez en su vida tenía tristeza tal que se desentendía de sus labores. La partida de Pedro y Roberto le había quitado todas sus fuerzas, a pesar de que en estos momentos de profunda pena siempre encontraba la compañía y consejos del alma de Nacha, pues su relación en vida había sido tan fuerte que incluso desde la muerte se acompañaban. Pero ni siquiera los consejos de Nacha fueron capaces de atenuar el fuego rabioso que nació de su entraña al s
Answers & Comments
Verified answer
La obra relata las historias vividas por una familia durante un turbulento período de la historia mexicana, la Revolución Mexicana, comprendido entre la caída de la dictadura de Porfirio Díaz en 1910 y el ascenso al poder de la burguesía, tras superar los intentos de revolución social protagonizados por los campesinos, dirigidos por Emiliano Zapata, asesinado en 1919.
El personaje central es Tita que es una mujer espiritualmente independiente, aunque sometida a las agresivas costumbres familiares de las que es presa. Por haber nacido última, y además por ser mujer, está condenada a permanecer soltera y casta para cuidar a su madre y no caer en la desgracia de la vergüenza social.
En una época de grandes represiones ideológicas, Tita no escapa de los cuestionamientos sobre la vida misma, sobre la libertad, las injusticias y sobre todo lo que le está prohibido. No se cuestiona sobre la Revolución por la que atraviesa su país, pues le interesa hacer y no filosofar. Contrariamente a esos héroes en las palabras que nos son mostrados a lo largo de la historia, Tita es quien en efecto busca cambiar las cosas. A su manera, busca la misma libertad que buscan los revolucionarios, pero ella está comenzando desde su casa, desde el Rancho, intentando cambiar las leyes represoras que le han sido impuestas, y soportando para ello los constantes abusos de su Mamá Elena.
Al nacer, Tita no pude recibir los alimentos maternos debido a una depresión de la que fue presa su madre tras enviudar. Así es como fue criada en la cocina por Nacha, su única amiga fiel y confidente, aprendiendo desde la cuna los secretos y sabores culinarios que marcan esta historia. De muy joven, a sus 15 años, Tita conoce a Pedro y se enamora perdidamente de él. El amor fue mutuo. Sin embargo, debido a la tradición familiar, Mamá Elena arregló la boda que marcaría definitivamente el odio que su hija Tita le tendría toda la vida: la de Rosaura con Pedro. Tita nunca comprendió realmente si fue cierto que Pedro se casara con su hermana para estar cerca de ella pues, víctima de los celos, Pedro habría sido en muchas ocasiones motivo de pena para Tita. Mamá Elena nunca dejó de vigilar a estos dos constantemente, ocasionando disturbios familiares al por mayor.
Además de excelente cocinera, Tita era una persona extremadamente sensible y estaba en profundo contacto con su espiritualidad. Ya que la cocina era para ella una actividad que la desvinculaba del mundo represor y le permitía el acceso a su propio y mágico, liberador mundo, era capaz de reflejar en sus platos sus estados de ánimo y contagiarlos a todos los comensales. La boda de Rosaura con Pedro fue motivo de gran tristeza para ella, e incluso de repulsión. Fue tal su sensación al preparar el pastel de bodas, que los presentes en la ceremonia, al probarlo, sintieron gran tristeza y, en busca de aliviar esta pena, se produjo una vomitona colectiva en el Rancho. Como no podía ser de otra forma, Mamá Elena culpó a Tita de haber intoxicado la comida y la castigó fuertemente. El segundo hechizo del que los comensales fueron presas se dio en el primer aniversario de Tita como cocinera del Rancho, luego de la muerte de Nacha. Pedro, tiernamente, regaló a Tita un ramo de rosas que Mamá Elena le prohibió conservar. Para no desperdiciar este gesto, algo tan rara vez observado por Tita, cocinó un platillo con los pétalos de esas rosas que había sostenido contra su pecho con tal firmeza que había salpicado con su propia y deseosa sangre, cargada de necesidades, en especial la del amor. Al probar el platillo se dio entre Pedro y Tita una relación sexual casi platónica, que fue sólo manifestada en lo físico en el cuerpo de Gertrudis, su otra hermana, el día que abandonó el Rancho.
Cuando Rosaura dio a luz a su primer hijo, Roberto, Tita se vio con gusto obligada a su alimentación, y le tomó un afecto maternal que ansiaba experimentar con todo su ser. Al verse imposibilitada de casarse y concebir, al haber recibido al niño en este mundo y al acoger a Roberto como su propio hijo su cuerpo reaccionó de una manera especial: dio leche, con la que alimentó al niño. Pero nuevamente su madre la reprimió: al ver extrañas movidas ocasionadas por los constantes roces de miradas y situaciones amorosas con Pedro, envió a la familia de su cuñado a vivir lejos. Esta separación fue doblemente dolorosa para Tita: perdía a su hombre (que no era su hombre) y a su hijo (que tampoco era su hijo). Siendo la encargada de la cocina del Rancho desde la muerte de Nacha, Tita por primera vez en su vida tenía tristeza tal que se desentendía de sus labores. La partida de Pedro y Roberto le había quitado todas sus fuerzas, a pesar de que en estos momentos de profunda pena siempre encontraba la compañía y consejos del alma de Nacha, pues su relación en vida había sido tan fuerte que incluso desde la muerte se acompañaban. Pero ni siquiera los consejos de Nacha fueron capaces de atenuar el fuego rabioso que nació de su entraña al s
hola,
estoy seguro que en esta pagina vas a encontrar lo que buscas acerca de 'como agua para chocolate':
http://es.wikipedia.org/wiki/Como_agua_para_chocol...
chao.