Ya saben, sólo copié y pegué. Y para darle el crédito de donde lo copié, les dejo el link.
http://www.ruelsa.com/gto/guanajuato/guanajuato2a....
Las Dos Comadres
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Causa asombro saber que en este lugar hasta las piedras tienen historia. Las dos rocas que ostentan la forma de batracios y que, según se dice, dieron en lengua tarasca el nombre a nuestra ciudad: "Quanaxhuato", que quiere decir "lugar montuoso de ranas", se hallan allá en el barrio de Paxtitlan, palabra que degeneró en Pastita, como todo el mundo lo conoce ahora.
El peñón de la Bufa, como el cerro característico de Guanajuato, señala su situación geográfica a grandes distancias, cuya belleza es mudable de forma y de color, según el ángulo y la hora en que se le observe. Cerca de allí se halla la cueva de San Ignacio, tradicionalmente festejada el 31 de julio con la más típica romería de nuestro pueblo, única fiesta en que espontáneamente se confunden todos sus habitantes compartiendo el vino, el pan y la sal en la más franca y cordial camaradería.
Hay, empero, otras dos peñas más, que se encuentran en esa misma sucesión de cerros a la izquierda de la Bufa: Las Dos Comadres. Se trata de dos grandes rocas, preciosas muestras de los estragos que hace la erosión y que a la distancia parece que están muy cerca una de la otra, pero que, hallándose en el lugar mismo donde se asientan, la verdad es que están a varios metros de distancia.
Pues bien, lo que sigue es la leyenda, y de las más simpáticas y originales que ha creado la imaginación de nuestro pueblo que, por cierto, es el que casi siempre crea toda esta imaginería.
Cuentan que dos viejas comadres riñeron en una de las primeras vecindades que hubo en esta Real Ciudad de Guanajuato, disputándose el amor de un "Don Juan" de barriada, pero que en ellas había hecho grandes estragos sentimentales.
Como las comadres, según advierten los cánones religiosos, no deben reñir porque desde ese momento se entienden con el mismísimo demonio, como justo castigo a tal desacato fueron transformadas en dos pequeñas piedras en actitud de seguirse murmurando al oído los acostumbrados y diarios chismorreos que hacían de las demás mujeres, jóvenes o viejas, casadas o solteras, honradas o frívolas, y hasta aseguran los viajeros que se acercan a ese sitio, que el murmullo de sus voces se multiplica en el eco de las vecinas montañas, de modo que es fácil escucharlo lo mismo en la Bufa que en el Cerro de la Sirena, especialmente cuando el viento sopla en esa dirección. Basta escalar el cerro citado, para oír la conversación, unas veces calmada, otras irascible, de las dos mujeres convertidas en piedra como penitencia a su viperina murmuración.
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Bellisima Héctor!que historia tan pero tan enriquecedora!Gracias!1Sabes¿??? he estado publiando mis leyendas anteriores ( van muchisimas) en laseccion erróna,Avisame por favor cuando notes mis equivocaciones.Gracias Gra,Muakkk
Hola Héctor!!! amo las leyendas!! q historia tan interesante. me encanto, gracias x comnpartirla. besotes y estrella!
no me gusto, nadie las tiene peleandose por un hombre...
preciosa
Una de las más viejas leyendas de estos contornos, que no por antigua pierde actualidad, sino por el contrario se reproduce con inaudita frecuencia, es la aparición de una mujer de cabellera desordenada y abundante que llora sus penas en medio del silencio de la noche, cuando todo parece estar en la más absoluta quietud.
Desde los tiempos de la dominación española, nuestros más insignes poetas, y escritores se ocuparon del tema y hasta hubo alguien que lo llevó al teatro Manuel Carpio, Juan de Dios Peza, Vicente Rivapalacio y otros más, dieron espacio y escenario en sus letras a la mujer en pena.
Y, sobre todo, qué trasnochador que la haya visto y oido no refiere la fantástica aparición con riqueza de detalles que hacen temblar de espanto?
Horrible y aterradora, nos decÃa hace poco un amigo nuestro que, pese a su innegable valor y bien probada hombrÃa, sufrió encrespamiento de nervios al narrar el suceso.
Con decir a ustedes que hasta se alejó de la parranda por varios meses, nada más por llevar muy hondo el impacto de aquella visión.
En estas retorcidas callejas de Guanajuato, el gemido largo y lastimoso ha tenido eco en los rincones más callados, después de las once de la noche, cuando no hay en los callejones más alma que el minero que viene del turno de noche, cansado de rendir la jornada o bien trasnochador, que a esas horas, ya sin encontrar donde seguir la juerga, ve obligado al retorno al hogar.
Lo curioso es que el motivo de tanto dolor difiere de lugar en lugar y de persona a persona.
Unos dicen que es la casta novia que en vÃsperas de casarse perdió al bienamado galán y enloqueció ante el desgarramiento que le produjo el fracaso amoroso.
Otros cuentan que es la sombra doliente de una viuda que a la muerte del esposo y quedar desamparada, llora por la angutia de ver a sus hijos hambrientos, falleciendo en su presencia, sin poder remediar su situación y con gritos desgarradores llora su miseria.
Otros refieren que es la mujer dulce y buena a quien el marido quitó la vida en un arrebato de infundados celos, que viene a probar su inocencia.
Aquà en Guanajuato hay una versión particular que voy a referir a quien estas lÃneas leyere.
Tiempos de bonanza minera, cuando el dinero se gastaba con esplendidez. Se trataba de una hija de noble familia, rica y opulenta, con todos los atributos que hacen bella y codiciable a una mujer.
Sus padres la procuraban con singular esmero, pero los hombres la cortejaban con incansable galanterÃa.
En medio de esta lucha callada vivÃa esta linda criatura, hasta que un dÃa, !oh sorpresa!, del balcón de su alcoba colgada encontraron una soga hacia la calle.
La doncella de la bella joven es la primera en dar las voces de alarma. El lecho estaba intacto pero la alcoba vacÃa...
Mil conjeturas se hicieron en torno al suceso.
Pasó el tiempo y de una de las casas que dan a lo que fue el rÃo de Guanajuato, hoy calle Hidalgo, a las doce de la noche, vistiendo un camisón blanco que llega hasta el suelo, sale una mujer que en brazos lleva un bulto pequeño envuelto en harapos, y caminando por Cantarranas llega a la plaza del Hinojo; allÃ, en el quicio de una puerta, lo deposita. Entonces, como espantada de su propia acción, exhala un alarido desgarrador, hondo y largo, que perfora los oidos y se posesiona de quien lo escucha...
Jajaja muy interesante, gracias por el link.
hola hector
las leyendas de guanajuatome gustan pon la de el callejon de el beso esa va a estar chida te mando saludos y besos
claro y como gto, tiene tanta historia sus pobladores festejan cualquier cantidad de dÃas festivos en el año para disfrutar su ciudad fijate no trabajan:
el viernes de dolores
el dÃa de la cueva
el dÃa de la bandera
el dÃa del ejército
el dÃa de santa cecilia
el de san francisco
el dÃa de la virgen del carmen
el 5 de mayo
el 13 de septiembre
aparte de los dÃas feriados oficiales,ah quien viviera en gto.ah tampoco trabajan en el cumpleaños del pÃpila