Benito Juárez, una visión humana del héroe nacional
Pocos personajes de nuestra historia me parecen tan entrañables y ejemplarmente actuales como Benito Pablo Juárez García, el modesto indio zapoteco que nació en el poblado de Guelatao el 21 de marzo de 1808 y que al paso de los años se convirtió en el Presidente que consolidó la República en México y creó las bases para un auténtico Estado de Derecho.
Si a este personaje le añadimos la posibilidad de leer su biografía escrita por Fernando Benítez, un periodista, narrador y catedrático ejemplar al que recordamos por su importante legado literario, mis dados están todavía más cargados.
Por eso al llegar a mis manos Un indio zapoteco llamado Benito Juárez. Una visión humana del héroe nacional, el placer y el deseo de leerlo fue total.
En esta biografía escrita por Benítez, nos ofrece en principio de manera sencilla los acontecimientos más importantes de Juárez durante su infancia y juventud, tomando como fuente sobre todo el conmovedor libro de Apuntes para mis hijos del mismo Benito Juárez y dando un ilustrativo contexto histórico para entender los acontecimientos que influyeron en el biografiado.
Para el resto del libro, se observa en esta obra el resultado de una extensa investigación documental que enriquece el contenido del mismo.
Es interesante encontrar en este texto la vida que llevó Juárez durante su exilio en Estados Unidos, trabajando como torcedor de tabaco, las penurias familiares bajo esa situación y la misma condición en la que se encontraban compañeros de lucha como Melchor Ocampo.
Dentro del libro, Benítez menciona un pasaje que muestra a Juárez en su modestia y compromiso político:
Luego de ser lanzado el Plan de Ayutla en 1854 para derrocar a Antonio López de Santa Anna quien gobernaba bajo el título de Su Alteza Serenísima, Benito Juárez decide terminar su exilio en Estados Unidos, regresa a México desembarcando en Acapulco, ahí se une a las fuerzas de Juan Álvarez para combatir a Santa Anna. Como no lo conocía, se le mandó vestir como al más humilde de los soldados: camisa y calzones de manta, huaraches y un cobertor para que se cubriera por la noche. Sobre ese hecho, Diego, el hijo de Juan Álvarez escribe:
“Pasados algunos días, llegó un extraordinario de México, participando el movimiento de aquella capital, y como el primer pliego del paquete viniese rotulado “Al Sr. Lic. Don Benito Juárez” se lo presenté diciéndole: “Aquí hay un pliego rotulado con el nombre de usted; ¿pues usted es licenciado?
Me respondió afirmativamente, y entonces le dije:
-¿Con que es usted el que fue gobernador de Oaxaca?
-Sí, señor, me contestó.
Y sofocado yo de vergüenza, repuse:
-¿Por qué no me lo había usted dicho esto?
-¡Para qué!, repuso; ¿qué tiene ello de particular?
Así Juárez se convirtió en el secretario de Juan Álvarez y con ese carácter llegó a Cuernavaca.”
El autor decide dar prioridad al proceso político de México con la invasión francesa y el Segundo Imperio así como el desarrollo de la lucha liberal por la Reforma, teniendo casi siempre a Juárez como personaje principal.
La sobriedad republicana de Juárez, las pugnas internas de su grupo político y la manera de enfrentar la adversidad política y personal son descritas con sencillez por Fernando Benítez en este libro que en momentos parece explicar demasiado el contexto de los hechos históricos, pero que es finalmente la mejor manera de entender las decisiones y caminos tomados por Juárez.
Los claroscuros de sus reelecciones al cargo de Presidente, esa determinación de mantenerse en el poder al final de su vida también es acertadamente abordada por Benítez entendiendo la situación histórica que le tocó enfrentar.
Al leer esta obra, queda clara la importancia del legado político de Juárez, lo necesario de conocer su ejemplo, lo imperioso de entenderlo en estos momentos urgentes de defensa de nuestro patrimonio petrolero ante la evidente lucha entre liberales y conservadores. En mucho sugiero su lectura que disfrutaremos, pero sobre todo que nos llevará a la reflexión.
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Benito Juárez, una visión humana del héroe nacional
Pocos personajes de nuestra historia me parecen tan entrañables y ejemplarmente actuales como Benito Pablo Juárez García, el modesto indio zapoteco que nació en el poblado de Guelatao el 21 de marzo de 1808 y que al paso de los años se convirtió en el Presidente que consolidó la República en México y creó las bases para un auténtico Estado de Derecho.
Si a este personaje le añadimos la posibilidad de leer su biografía escrita por Fernando Benítez, un periodista, narrador y catedrático ejemplar al que recordamos por su importante legado literario, mis dados están todavía más cargados.
Por eso al llegar a mis manos Un indio zapoteco llamado Benito Juárez. Una visión humana del héroe nacional, el placer y el deseo de leerlo fue total.
En esta biografía escrita por Benítez, nos ofrece en principio de manera sencilla los acontecimientos más importantes de Juárez durante su infancia y juventud, tomando como fuente sobre todo el conmovedor libro de Apuntes para mis hijos del mismo Benito Juárez y dando un ilustrativo contexto histórico para entender los acontecimientos que influyeron en el biografiado.
Para el resto del libro, se observa en esta obra el resultado de una extensa investigación documental que enriquece el contenido del mismo.
Es interesante encontrar en este texto la vida que llevó Juárez durante su exilio en Estados Unidos, trabajando como torcedor de tabaco, las penurias familiares bajo esa situación y la misma condición en la que se encontraban compañeros de lucha como Melchor Ocampo.
Dentro del libro, Benítez menciona un pasaje que muestra a Juárez en su modestia y compromiso político:
Luego de ser lanzado el Plan de Ayutla en 1854 para derrocar a Antonio López de Santa Anna quien gobernaba bajo el título de Su Alteza Serenísima, Benito Juárez decide terminar su exilio en Estados Unidos, regresa a México desembarcando en Acapulco, ahí se une a las fuerzas de Juan Álvarez para combatir a Santa Anna. Como no lo conocía, se le mandó vestir como al más humilde de los soldados: camisa y calzones de manta, huaraches y un cobertor para que se cubriera por la noche. Sobre ese hecho, Diego, el hijo de Juan Álvarez escribe:
“Pasados algunos días, llegó un extraordinario de México, participando el movimiento de aquella capital, y como el primer pliego del paquete viniese rotulado “Al Sr. Lic. Don Benito Juárez” se lo presenté diciéndole: “Aquí hay un pliego rotulado con el nombre de usted; ¿pues usted es licenciado?
Me respondió afirmativamente, y entonces le dije:
-¿Con que es usted el que fue gobernador de Oaxaca?
-Sí, señor, me contestó.
Y sofocado yo de vergüenza, repuse:
-¿Por qué no me lo había usted dicho esto?
-¡Para qué!, repuso; ¿qué tiene ello de particular?
Así Juárez se convirtió en el secretario de Juan Álvarez y con ese carácter llegó a Cuernavaca.”
El autor decide dar prioridad al proceso político de México con la invasión francesa y el Segundo Imperio así como el desarrollo de la lucha liberal por la Reforma, teniendo casi siempre a Juárez como personaje principal.
La sobriedad republicana de Juárez, las pugnas internas de su grupo político y la manera de enfrentar la adversidad política y personal son descritas con sencillez por Fernando Benítez en este libro que en momentos parece explicar demasiado el contexto de los hechos históricos, pero que es finalmente la mejor manera de entender las decisiones y caminos tomados por Juárez.
Los claroscuros de sus reelecciones al cargo de Presidente, esa determinación de mantenerse en el poder al final de su vida también es acertadamente abordada por Benítez entendiendo la situación histórica que le tocó enfrentar.
Al leer esta obra, queda clara la importancia del legado político de Juárez, lo necesario de conocer su ejemplo, lo imperioso de entenderlo en estos momentos urgentes de defensa de nuestro patrimonio petrolero ante la evidente lucha entre liberales y conservadores. En mucho sugiero su lectura que disfrutaremos, pero sobre todo que nos llevará a la reflexión.
Un indio zapoteco llamado Benito Juárez.
Fernando Benítez.
Ed. Punto de Lectura.
México, 2008.
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