se recopilaron gran cantidad de consejos y recomendaciones para los jóvenes, de parte de sus padres, madres y maestros.
En este mensaje en particular que tu requieres, es notable la dulzura con que el padre se dirige a su huja, que ha llegado a la edad de la reflexión, en un lenguaje cariñoso y rico en comparaciones enternecedoras con los que sabiamente el padre nahua comenta sus reflexiones en presencia de la madre y frente a las deidades tutelares de la joven.
Te transcribo el texto:
Consejos de un padre a su hija.
Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje, mi hechura humana, la nacida de mí. Tu eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la Tierra el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
Ahora que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surge, crece el sufrimiento, la preocupación.
Aquí en la Tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento. Un viento como de obsidiana sopla y se desliza sobre nosotros.
Dicen que en verdad nos molesta el ardor del sol y del viento. Es este lugar donde casi perece uno de sed y de hambre. Asi es aquí en la Tierra.
Oye bien hijita mía: no hay lugar de bienestar en la Tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la Tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza.
Así andan diciendo los viejos: Para que no siempre andemos gimiendo, para que no estemos llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dió a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes.
Todo esto embriaga la vida en la Tierra, de modo que no se ande siempre gimiendo. Pero, aun cuando así fuera, si saliera verdad que sólo se sufre, si así son las cosas en la Tierra, ¿acaso por esto se habrá de estar siempre con miedo? ¿Hay que estar siempre temiendo? ¿Habrá que vivir llorando?
Porque, se vive en la Tierra, hay en ella señores, hay mando, hay nobleza, águilas y tigres. ¿Y quién anda diciendo siempre que así es en la Tierra ¿Quién anda tratando de darse la muerte? Hay afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo. Se busca mujer, se busca marido.
Pero, ahora, mi muchachita, escucha bien, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno te desprendiste, brotaste.
Como si fueras una yerbita, una plantita, así brotaste. Como sale la hoja, así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado.
Mira, escucha, advierte, así es en la Tierra; no seas vana, no andes como quiera, no andes sin rumbo. ¿Cómo vivirás? ¿Cómo seguirás aquí por poco tiempo? Dicen que es muy dificil vivir en la Tierra, lugar de espantosos conflictos, mi muchachita, palomita, pequeñita.
Sé cuidadosa, porque vienes de gente principal, desciendes de ella, gracias a personas ilustres has nacido. Tú eres la espina y el brote de nuestros señores. Nos fueron dejando los señores, los que gobiernan, los cuales allá se fueron colocando en fila, los que vinieron a hacerse cargo del mando en el mundo; dieron renombre y fama a la nobleza.
Escucha: mucho te he dado a entender que eres noble. Mira que eres cosa preciosa, aun cuando seas tan sólo una mujercita. Eres piedra fina, eres turquesa. Fuiste forjada, taladrada, tienes la sangre, el color, eres brote y espina, cabellera, desprendimiento eres de noble linaje.
Todavía esto te voy a decir: ¿acaso no lo entenderás muy bien? ¿Todavía andas jugando con tierra y tepalcates? ¿Acaso todavía estás reposando en la tierra? En verdad un poco escuchas ya te das cuenta de las cosas; por tu propia cuenta vas cobrando experiencia.
Mira no te deshonres a tí misma, a nuestros señores, a los príncipes, a los gobernantes que nos precedieron. No te hagas como la gente del pueblo, no vengas a salir plebeya. En tanto que vivas en la Tierra, junto y al lado de la gente, sé siempre en verdad una mujercita.
He aquí tu oficio, lo que tendrás que hacer: durante la noche y durante el día, conságrate a las cosas de Dios, muchas veces piensa en el que es como la noche y el viento. Hazle súplicas, invócalo, llámalo, ruégale mucho cuando estés en el lugar donde duermes. Así se te hará gustoso el sueño.
Despierta, levántate a la mitad de la noche, póstrate con tus codos y tus rodillas, levanta tu cuello y tus hombros. Invoca, llama al Señor, a Nuestro Señor, a aquel que es como la noche y el viento. Será misericordioso, te oirá de noche, te verá entonces con misericordia, te concederá entonces aquello que mereces, lo que te está asignado.
Pero si fuera malo el merecimiento, la asignación que se te dieron cuando aún era de noche, la que te tocó al nacer, cuando viniste a la vida, con eso, con tus súplicas se hará buena, se rectificará: la modificará el Señor, el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto.
Y durante la noche está vigilante, levántate a prisa, extiende tus manos, extiende tus brazos, aderézate la cara, aséate las manos, lávate la boca, toma de prisa la escoba, ponte a barrer. No te estés dando gusto, no te pongas no más a calentar, lava la boca a los otros, has la incensación, no la dejes, porque así se obtiene de Nuestro Señor su misericordia.
Y hecho esto, cuando ya estés lista, ¿qué harás? ¿Cómo cumplirás tus deberes femeninos? ¿Acaso no prepararás la bebida, la molienda? ¿No tomarás el huso, la cuchilla del telar? Mira bien cómo quedan la bebida y la comida, cómo se hacen, cómo quedan buenas, cómo se hacen una buena comida y una buena bebida.
Estas cosas que de algún modo se llaman las que pertenecen a las personas, son las que corresponden a las señoras, a los que gobiernan, por esto se las llamó cosas propias de las personas, la comida propia de los que gobiernan, su bebida; sé diestra en preparar la bebida, en preparar la comida.
Pon atención, dedícate, aplícate a ver cómo se hace esto, así pasarás tu vida, así estarás en paz. Así serás valiosa. No sea que en vano alguna vez te envíe el infortunio el Señor Nuestro. Acaso crezca la pobreza entre los nobles. Míralo bien, abrázalo, que es oficio de mujer: el huso, la cuchilla del telar.
Abre bien los ojos para ver cómo es el arte tolteca, cuál el arte de las plumas, cómo bordan en colores, cómo se entreveran los hilos, cólo los tiñen las mujeres, las que son como tú, las Sedñoras Nuestras, las mujeres nobles. Cómo uden las telas, cómo se hace su trama, cómo se ajusta. Pon atención, aplícate, no seas vana, no te dejes vanamente, deja de ser degligente contigo misma.
Ahora es buen tiempo, todavía es buen tiempo, porque todavía hay en tu corazón un jade, una turquesa. Todavía está fresco, no se ha deteriorado, no se ha logrado, no se ha torcido nada. Todavía estamos aquí nosotros, nosotros tus padres, que te metimos aquí a sufrir, porque con esto se conserva el mundo. Acaso así se dice: así lo dejo dicho, así lo dispuso el Señor Nuestro que debe haber siempre, que debe haber generación en la Tierra.
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Jael, en el libro nahuatl llamado Huehuehtlahtolli (testimonios de la antigua palabra)
http://images.google.com.mx/imgres?imgurl=http://w...
se recopilaron gran cantidad de consejos y recomendaciones para los jóvenes, de parte de sus padres, madres y maestros.
En este mensaje en particular que tu requieres, es notable la dulzura con que el padre se dirige a su huja, que ha llegado a la edad de la reflexión, en un lenguaje cariñoso y rico en comparaciones enternecedoras con los que sabiamente el padre nahua comenta sus reflexiones en presencia de la madre y frente a las deidades tutelares de la joven.
Te transcribo el texto:
Consejos de un padre a su hija.
Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje, mi hechura humana, la nacida de mí. Tu eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la Tierra el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
Ahora que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surge, crece el sufrimiento, la preocupación.
Aquí en la Tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento. Un viento como de obsidiana sopla y se desliza sobre nosotros.
Dicen que en verdad nos molesta el ardor del sol y del viento. Es este lugar donde casi perece uno de sed y de hambre. Asi es aquí en la Tierra.
Oye bien hijita mía: no hay lugar de bienestar en la Tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la Tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza.
Así andan diciendo los viejos: Para que no siempre andemos gimiendo, para que no estemos llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dió a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes.
Todo esto embriaga la vida en la Tierra, de modo que no se ande siempre gimiendo. Pero, aun cuando así fuera, si saliera verdad que sólo se sufre, si así son las cosas en la Tierra, ¿acaso por esto se habrá de estar siempre con miedo? ¿Hay que estar siempre temiendo? ¿Habrá que vivir llorando?
Porque, se vive en la Tierra, hay en ella señores, hay mando, hay nobleza, águilas y tigres. ¿Y quién anda diciendo siempre que así es en la Tierra ¿Quién anda tratando de darse la muerte? Hay afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo. Se busca mujer, se busca marido.
Pero, ahora, mi muchachita, escucha bien, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno te desprendiste, brotaste.
Como si fueras una yerbita, una plantita, así brotaste. Como sale la hoja, así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado.
Mira, escucha, advierte, así es en la Tierra; no seas vana, no andes como quiera, no andes sin rumbo. ¿Cómo vivirás? ¿Cómo seguirás aquí por poco tiempo? Dicen que es muy dificil vivir en la Tierra, lugar de espantosos conflictos, mi muchachita, palomita, pequeñita.
Sé cuidadosa, porque vienes de gente principal, desciendes de ella, gracias a personas ilustres has nacido. Tú eres la espina y el brote de nuestros señores. Nos fueron dejando los señores, los que gobiernan, los cuales allá se fueron colocando en fila, los que vinieron a hacerse cargo del mando en el mundo; dieron renombre y fama a la nobleza.
Escucha: mucho te he dado a entender que eres noble. Mira que eres cosa preciosa, aun cuando seas tan sólo una mujercita. Eres piedra fina, eres turquesa. Fuiste forjada, taladrada, tienes la sangre, el color, eres brote y espina, cabellera, desprendimiento eres de noble linaje.
Todavía esto te voy a decir: ¿acaso no lo entenderás muy bien? ¿Todavía andas jugando con tierra y tepalcates? ¿Acaso todavía estás reposando en la tierra? En verdad un poco escuchas ya te das cuenta de las cosas; por tu propia cuenta vas cobrando experiencia.
Mira no te deshonres a tí misma, a nuestros señores, a los príncipes, a los gobernantes que nos precedieron. No te hagas como la gente del pueblo, no vengas a salir plebeya. En tanto que vivas en la Tierra, junto y al lado de la gente, sé siempre en verdad una mujercita.
He aquí tu oficio, lo que tendrás que hacer: durante la noche y durante el día, conságrate a las cosas de Dios, muchas veces piensa en el que es como la noche y el viento. Hazle súplicas, invócalo, llámalo, ruégale mucho cuando estés en el lugar donde duermes. Así se te hará gustoso el sueño.
Despierta, levántate a la mitad de la noche, póstrate con tus codos y tus rodillas, levanta tu cuello y tus hombros. Invoca, llama al Señor, a Nuestro Señor, a aquel que es como la noche y el viento. Será misericordioso, te oirá de noche, te verá entonces con misericordia, te concederá entonces aquello que mereces, lo que te está asignado.
Pero si fuera malo el merecimiento, la asignación que se te dieron cuando aún era de noche, la que te tocó al nacer, cuando viniste a la vida, con eso, con tus súplicas se hará buena, se rectificará: la modificará el Señor, el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto.
Y durante la noche está vigilante, levántate a prisa, extiende tus manos, extiende tus brazos, aderézate la cara, aséate las manos, lávate la boca, toma de prisa la escoba, ponte a barrer. No te estés dando gusto, no te pongas no más a calentar, lava la boca a los otros, has la incensación, no la dejes, porque así se obtiene de Nuestro Señor su misericordia.
Y hecho esto, cuando ya estés lista, ¿qué harás? ¿Cómo cumplirás tus deberes femeninos? ¿Acaso no prepararás la bebida, la molienda? ¿No tomarás el huso, la cuchilla del telar? Mira bien cómo quedan la bebida y la comida, cómo se hacen, cómo quedan buenas, cómo se hacen una buena comida y una buena bebida.
Estas cosas que de algún modo se llaman las que pertenecen a las personas, son las que corresponden a las señoras, a los que gobiernan, por esto se las llamó cosas propias de las personas, la comida propia de los que gobiernan, su bebida; sé diestra en preparar la bebida, en preparar la comida.
Pon atención, dedícate, aplícate a ver cómo se hace esto, así pasarás tu vida, así estarás en paz. Así serás valiosa. No sea que en vano alguna vez te envíe el infortunio el Señor Nuestro. Acaso crezca la pobreza entre los nobles. Míralo bien, abrázalo, que es oficio de mujer: el huso, la cuchilla del telar.
Abre bien los ojos para ver cómo es el arte tolteca, cuál el arte de las plumas, cómo bordan en colores, cómo se entreveran los hilos, cólo los tiñen las mujeres, las que son como tú, las Sedñoras Nuestras, las mujeres nobles. Cómo uden las telas, cómo se hace su trama, cómo se ajusta. Pon atención, aplícate, no seas vana, no te dejes vanamente, deja de ser degligente contigo misma.
Ahora es buen tiempo, todavía es buen tiempo, porque todavía hay en tu corazón un jade, una turquesa. Todavía está fresco, no se ha deteriorado, no se ha logrado, no se ha torcido nada. Todavía estamos aquí nosotros, nosotros tus padres, que te metimos aquí a sufrir, porque con esto se conserva el mundo. Acaso así se dice: así lo dejo dicho, así lo dispuso el Señor Nuestro que debe haber siempre, que debe haber generación en la Tierra.