Durante siglos, quienes viajaban por mar lavaban su ropa sucia manteniéndola en un saco de lona que se arrojaba por la borda para que el barco lo arrastrara horas y horas.
Las primeras lavadoras accionadas a mano trataron de aplicar el mismo principio incorporando un dispositivo semejante a un taburete invertido que encajaba en un depósito y presionaba la ropa, escurriendo el agua y permitiendo después que volviera a entrar más.
Tan numerosas fueron las invenciones destinadas a aliviar la dura tarea de la colada, que el origen de la lavadora es incierto, aunque se acepta en general que a principios del siglo XIX, en la Europa occidental, comenzaba a difundirse la práctica de meter la ropa en una caja de madera y hacer girar ésta con una manivela. Madres e hijas se turnaban, hora tras hora, para accionar la manivela.
El concepto del tambor rotativo llevó a las secadoras de la época. Una de ellas, inventada en Francia en 1800 por un tal Pochon, era conocida como el “ventilador”. Las ropas, escurridas a mano y todavía húmedas, se metían en un tambor metálico perforado, que se hacía girar con una manivela sobre un fuego. Según la intensidad de éste y la altura de las llamas, las ropas se secaban poco a poco o se quemaban, y siempre adquirían el aroma del combustible y a veces su hollín. Ninguna de estas máquinas secadoras aventajó nunca al tendedero.
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Durante siglos, quienes viajaban por mar lavaban su ropa sucia manteniéndola en un saco de lona que se arrojaba por la borda para que el barco lo arrastrara horas y horas.
Las primeras lavadoras accionadas a mano trataron de aplicar el mismo principio incorporando un dispositivo semejante a un taburete invertido que encajaba en un depósito y presionaba la ropa, escurriendo el agua y permitiendo después que volviera a entrar más.
Tan numerosas fueron las invenciones destinadas a aliviar la dura tarea de la colada, que el origen de la lavadora es incierto, aunque se acepta en general que a principios del siglo XIX, en la Europa occidental, comenzaba a difundirse la práctica de meter la ropa en una caja de madera y hacer girar ésta con una manivela. Madres e hijas se turnaban, hora tras hora, para accionar la manivela.
El concepto del tambor rotativo llevó a las secadoras de la época. Una de ellas, inventada en Francia en 1800 por un tal Pochon, era conocida como el “ventilador”. Las ropas, escurridas a mano y todavía húmedas, se metían en un tambor metálico perforado, que se hacía girar con una manivela sobre un fuego. Según la intensidad de éste y la altura de las llamas, las ropas se secaban poco a poco o se quemaban, y siempre adquirían el aroma del combustible y a veces su hollín. Ninguna de estas máquinas secadoras aventajó nunca al tendedero.
Por lo general, las mujeres iban a los rÃos y ocupaban un jabón de pasta del tamaño de un ladrillo