Los asesinatos de la calle Morgue, el relato con el que Poe inaugura en 1841 el género policial, comienza con una extensa explicación acerca de los mecanismos analíticos, en la que se destaca el peso que tiene el estudio matemático para la resolución de delitos. Esta afirmación del texto fundador se retoma en Crímenes imperceptibles, cuya acción transcurre en Inglaterra en 1993: la lógica matemática se convierte en herramienta fundamental para resolver el enigma que plantean una serie de asesinatos.
Ni bien llega a Oxford, el narrador, un becario argentino, es sorprendido por el crimen de una anciana en cuya casa se aloja. Pero este crimen es solamente el punto de partida de otros, vinculados con el primero por dos rasgos: el hecho de aparecer, casi, como provocados por causas naturales, y fundamentalmente, por los escuetos mensajes que acompañan a cada uno de ellos. En el que anuncia el primer asesinato, el de Mrs. Eagleton, hay un detalle intrigante: debajo del texto habían trazado prolijamente un círculo. A partir de este único elemento, es necesario construir una serie de símbolos que permitan prever otros crímenes para tratar de evitarlos.
Como en los relatos clásicos del género, se plantea, entonces, una competencia entre dos inteligencias: la del criminal y la del investigador. Que en este caso es Arthur Seldom, una leyenda entre los matemáticos, cuyo último libro es una obra de divulgación sobre series lógicas, en el que uno de los capítulos está íntegramente dedicado a asesinatos seriales. El mensaje que da cuenta del primer asesinato, dirigido a Seldom, parece ser un desafío privado. Pero como casualmente el narrador ha llegado al lugar del crimen junto con Seldom, se convertirá en su ayudante en la búsqueda de una respuesta al enigma. De esta manera se constituye en otra de las figuras clásicas de la narrativa policial: colaborador y relator de la historia. El comienzo de la novela, que evoca muchas de las fórmulas de inicio de las aventuras de Sherlock Holmes, contadas por su inseparable Watson, se encarga de marcar esta afinidad. No faltan, tampoco, el policía que no logra estar a la altura del investigador amateur, ni, por supuesto, los personajes que se mueven en el ámbito cerrado del círculo universitario: todos son sospechosos, todos pueden ser culpables.
Pero Crímenes imperceptibles no se reduce a una receta del más ingenioso policial, sino que brinda algo más. Aparece, por de pronto, el Borges de La muerte y la brújula. Como en el cuento, los crímenes son cuatro, y el narrador encuentra una explicación en la representación de los números en la doctrina pitagórica como principios arquetípicos de las potencias divinas. El número cuatro era el Tetraktys[...], el emblema y la figura sagrada de la secta de los pitagóricos. A la manera de Lönnrot, el detective del cuento borgeano, que prefiere una hipótesis interesante a una posible, por lo que busca una explicación puramente rabínica a los mensajes que se suceden a partir del primer asesinato, Seldom investiga una organización lógica impecable y una figura sagrada. Al igual que en La muerte y la brújula, la revelación del enigma propone una vuelta de tuerca: si bien pueden existir distintas explicaciones posibles, sólo una –y no la más previsible– es verdadera.
Está también, además de la insoslayable referencia borgeana, el intento manifiesto de Martínez de establecer vínculos entre sus distintas obras, a la manera de los narradores que crean un mundo total en su producción. Un espacio común –Puente Viejo– es el marco de Infierno grande y Acerca de Roderer. Un mismo narrador –siempre en primera persona, siempre matemático, siempre jugador de tennis– recorre los textos; es el que, en la novela mencionada, está a punto de partir hacia Inglaterra para perfeccionarse en Lógica. No es el único personaje común entre ambos textos: la presencia de Seldom como profesor invitado para este postgrado es uno de los argumentos a favor de la beca de perfeccionamiento; es la resolución de su teorema lo que desvela a Roderer en su lucha desesperada en búsqueda de respuestas.
Aunque distante de esa novela impecable que es Acerca de Roderer, y mucho más, obviamente, de La pesquisa, de Juan José Saer –un texto mayor sobre un asesino serial– Crímenes imperceptibles –ganadora del premio Planeta Argentina 2003– resulta un interesante policial de enigma, y ratifica a Guillermo Martínez como uno de los escritores jóvenes que vale la pena leer.
hola porfavor necesito unas preguntas de crimenes imperceptibles ,no llego a leer el libro no tuve tiempo hoy alguien puede darme las respuestas que yo les pregunte por favor
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Es un libro corto, te aconsejo leerlo.
Crímenes imperceptibles
Guillermo Martínez
Los asesinatos de la calle Morgue, el relato con el que Poe inaugura en 1841 el género policial, comienza con una extensa explicación acerca de los mecanismos analíticos, en la que se destaca el peso que tiene el estudio matemático para la resolución de delitos. Esta afirmación del texto fundador se retoma en Crímenes imperceptibles, cuya acción transcurre en Inglaterra en 1993: la lógica matemática se convierte en herramienta fundamental para resolver el enigma que plantean una serie de asesinatos.
Ni bien llega a Oxford, el narrador, un becario argentino, es sorprendido por el crimen de una anciana en cuya casa se aloja. Pero este crimen es solamente el punto de partida de otros, vinculados con el primero por dos rasgos: el hecho de aparecer, casi, como provocados por causas naturales, y fundamentalmente, por los escuetos mensajes que acompañan a cada uno de ellos. En el que anuncia el primer asesinato, el de Mrs. Eagleton, hay un detalle intrigante: debajo del texto habían trazado prolijamente un círculo. A partir de este único elemento, es necesario construir una serie de símbolos que permitan prever otros crímenes para tratar de evitarlos.
Como en los relatos clásicos del género, se plantea, entonces, una competencia entre dos inteligencias: la del criminal y la del investigador. Que en este caso es Arthur Seldom, una leyenda entre los matemáticos, cuyo último libro es una obra de divulgación sobre series lógicas, en el que uno de los capítulos está íntegramente dedicado a asesinatos seriales. El mensaje que da cuenta del primer asesinato, dirigido a Seldom, parece ser un desafío privado. Pero como casualmente el narrador ha llegado al lugar del crimen junto con Seldom, se convertirá en su ayudante en la búsqueda de una respuesta al enigma. De esta manera se constituye en otra de las figuras clásicas de la narrativa policial: colaborador y relator de la historia. El comienzo de la novela, que evoca muchas de las fórmulas de inicio de las aventuras de Sherlock Holmes, contadas por su inseparable Watson, se encarga de marcar esta afinidad. No faltan, tampoco, el policía que no logra estar a la altura del investigador amateur, ni, por supuesto, los personajes que se mueven en el ámbito cerrado del círculo universitario: todos son sospechosos, todos pueden ser culpables.
Pero Crímenes imperceptibles no se reduce a una receta del más ingenioso policial, sino que brinda algo más. Aparece, por de pronto, el Borges de La muerte y la brújula. Como en el cuento, los crímenes son cuatro, y el narrador encuentra una explicación en la representación de los números en la doctrina pitagórica como principios arquetípicos de las potencias divinas. El número cuatro era el Tetraktys[...], el emblema y la figura sagrada de la secta de los pitagóricos. A la manera de Lönnrot, el detective del cuento borgeano, que prefiere una hipótesis interesante a una posible, por lo que busca una explicación puramente rabínica a los mensajes que se suceden a partir del primer asesinato, Seldom investiga una organización lógica impecable y una figura sagrada. Al igual que en La muerte y la brújula, la revelación del enigma propone una vuelta de tuerca: si bien pueden existir distintas explicaciones posibles, sólo una –y no la más previsible– es verdadera.
Está también, además de la insoslayable referencia borgeana, el intento manifiesto de Martínez de establecer vínculos entre sus distintas obras, a la manera de los narradores que crean un mundo total en su producción. Un espacio común –Puente Viejo– es el marco de Infierno grande y Acerca de Roderer. Un mismo narrador –siempre en primera persona, siempre matemático, siempre jugador de tennis– recorre los textos; es el que, en la novela mencionada, está a punto de partir hacia Inglaterra para perfeccionarse en Lógica. No es el único personaje común entre ambos textos: la presencia de Seldom como profesor invitado para este postgrado es uno de los argumentos a favor de la beca de perfeccionamiento; es la resolución de su teorema lo que desvela a Roderer en su lucha desesperada en búsqueda de respuestas.
Aunque distante de esa novela impecable que es Acerca de Roderer, y mucho más, obviamente, de La pesquisa, de Juan José Saer –un texto mayor sobre un asesino serial– Crímenes imperceptibles –ganadora del premio Planeta Argentina 2003– resulta un interesante policial de enigma, y ratifica a Guillermo Martínez como uno de los escritores jóvenes que vale la pena leer.
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http://www.sectormatematica.cl/Regalos2/crimenes%2...
hola porfavor necesito unas preguntas de crimenes imperceptibles ,no llego a leer el libro no tuve tiempo hoy alguien puede darme las respuestas que yo les pregunte por favor
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