El madrigal es la composición lírica breve, especialmente intensa y delicada y de tema amoroso, que utiliza una combinación libre de versos endecasílabos y heptasílabos rimados en consonante. Se presta muy bien a ser cantada y fue especialmente cultivada en el Renacimiento.
El nombre y la forma son de origen italiano. Y en Italia alcanzó su mayor esplendor, no sólo literario, con poemas de Dante, Petrarca, Tasso, Guarini, etc., sino que también tuvo un extraordinario auge musical, pues numerosos compositores pusieron música a estos textos. Probablemente el más destacado de todos ellos fuese Luca Marenzio (1553-1599), a quien sus contemporáneos calificaron de Divino.
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El madrigal es la composición lírica breve, especialmente intensa y delicada y de tema amoroso, que utiliza una combinación libre de versos endecasílabos y heptasílabos rimados en consonante. Se presta muy bien a ser cantada y fue especialmente cultivada en el Renacimiento.
El nombre y la forma son de origen italiano. Y en Italia alcanzó su mayor esplendor, no sólo literario, con poemas de Dante, Petrarca, Tasso, Guarini, etc., sino que también tuvo un extraordinario auge musical, pues numerosos compositores pusieron música a estos textos. Probablemente el más destacado de todos ellos fuese Luca Marenzio (1553-1599), a quien sus contemporáneos calificaron de Divino.
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Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutierre de Cetina
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MADRIGAL
Tu tez rosada y pura; tus formas gráciles
de estatua de Tanagra; tu olor de lilas;
el carmín de tu boca de labios tersos;
las miradas ardientes de tus pupilas;
el ritmo de tu paso; tu voz velada;
tus cabellos que suelen, si los despeina
tu mano blanca y fina, toda hoyuelada,
cubrirte con un rico manto de reina;
tu voz, tus ademanes, tú... no te asombre:
todo eso está, ya a gritos, pidiendo un hombre.
José Asunción Silva
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MADRIGAL
Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.
Amado Nervo
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MADRIGAL
Yo te miré a los ojos
cuando era niño y bueno.
Tus manos me rozaron
Y me diste un beso.
(Los relojes llevan la misma cadencia,
Y las noches tienen las mismas estrellas.)
Y se abrió mi corazón
Como una flor bajo el cielo,
Los pétalos de lujuria
Y los estambres de sueño.
(Los relojes llevan la misma cadencia,
Y las noches tienen las mismas estrellas.)
En mi cuarto sollozaba
Como el príncipe del cuento
Por Estrellita de oro
Que se fue de los torneos.
(Los relojes llevan la misma cadencia,
Y las noches tienen las mismas estrellas.)
Yo me alejé de tu lado
Queriéndote sin saberlo.
No sé cómo son tus ojos,
Tus manos ni tus cabellos.
Sólo me queda en la frente
La mariposa del beso.
(Los relojes llevan la misma cadencia,
Y las noches tienen las mismas estrellas.)
Federico García Lorca
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A UN BOSTEZO DE FLORIS. MADRIGAL
Bostezó Floris, y su mano hermosa,
Cortésmente tirana y religiosa,
Tres cruces de sus dedos celestiales
Engastó en perlas y cerró en corales,
Crucificando en labios carmesíes,
O en puertas de rubíes,
Sus dedos de jazmín y casta rosa.
Yo, que alumbradas de sus vivas luces
Sobre claveles rojos vi tres Cruces,
Hurtar quise el engaste de una de ellas,
Por ver si mi delito o mi fortuna,
Por mal o buen Ladrón, me diera una;
Y fuera buen Ladrón, robando Estrellas.
Mas no pudiendo hurtarlas,
Y mereciendo apenas adorarlas,
Divino Humilladero
De toda libertad, dije, «Yo muero,
Si no en Cruces, por ellas, donde veo
Morir virgen y mártir mi deseo».
Francisco de Quevedo y Villegas
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MADRIGAL AL BILLETE DE TRANVÍA
Adonde el viento, impávido, subleva
torres de luz contra la sangre mía,
tú, billete, flor nueva,
cortada en los balcones del tranvía.
Huyes, directa, rectamente liso,
en tu pétalo un nombre y un encuentro
latentes, a ese centro
cerrado y por cortar del compromiso.
Y no arde en ti la rosa, ni en ti priva
el finado clavel, si la violeta
contemporánea, viva,
del libro que viaja en la chaqueta.
Rafael Alberti
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MADRIGAL DE LAS ONCE
Desnudas han caído
las once campanadas.
Picotean la sombra de los árboles
las gallinas pintadas
y un enjambre de abejas
va rezumbando encima.
La mañana
ha roto su collar desde la torre.
En los troncos, se rascan las cigarras.
Por detrás de la verja del jardín,
resbala,
quieta,
tu sombrilla blanca.
Dámaso Alonso
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Busca en Geogle
La definición la dio mi amiga HERMENEUTA, espero que este madrigal aparte de servirte como ejemplo, te guste.
MADRIGAL ESCRITO EN INVIERNO
En el fondo del mar profundo,
en la noche de largas listas como un caballo cruza corriendo tu callado nombre.
Alójame en tu espalda,
ay refúgiame,
aparéceme en tu espejo,
de pronto, sobre la hoja solitaria,
nocturna, brotando de lo oscuro,
detrás de ti.
Flor de la dulce luz completa,
acúdeme con tus besos,
violenta de separaciones,
determinada y fina boca.
Ahora bien, en lo largo y largo,
de olvido residen conmigo los rieles,
el grito de la lluvia:
lo que la oscura noche preserva.
Acógeme en la tarde de hilo,
cuando el anochecer trabaja su vestuario y palpita en el cielo una estrella llena de viento.
Acércame tu ausencia hasta el fondo,
pesadamente,
tapándome los ojos,
crúzame tu existencia,
suponiendo que mi corazón esta destruido.
Neruda, Pablo
Un abrazo.
UN BESO
por Cirilo Toro Vargas
Un beso me perdí
por libar en tu embriagante sonrisa
la miel apetecible que en la brisa
me llega, oh hurí,
meciéndose en nube de placeres.
Deshilando gratos amaneceres
un beso te pedí
en la búsqueda indomable del sí.
31 de marzo de 1993
PICARDIA
por Cirilo Toro Vargas
La ingenua lozanía
que de tus labios sutiles emerge
en la magia del encanto sumerge
mi emoción, mi poesía
evocando aires de primavera
que en alas de una quimera
susurra picardía
de tu sonrisa egregia sinfonía.
29 de marzo de 1993
DESVARIO
por Cirilo Toro Vargas
No sumas mi tristeza,
tristeza de amor no correspondido,
en sentimiento agónico y dolido.
Quien cobijado empieza
al amparo fugaz de tu alegría
sabe que su corazón desvaría
al borde de nobleza
del dolor que en tu pecho se adereza.
7 de abril de 1993
Te mando alguno de los que encontré.
Suerte
Marta