La reforma política del nuevo milenio ha permitido que a nivel nacional se hayan logrado en buena medida los objetivos de ésta a nivel de la representatividad democrática, la consolidación de los partidos y el funcionamiento de las instituciones, por una mayor disciplina y coherencia en las bancadas del Congreso. Sin embargo, lo que viene ocurriendo durante el año en curso, con ocasión del proceso electoral para las regionales, es una verdadera caricatura que pone de presente de qué manera entre las instituciones se piensan entre nosotros en función de los modelos nacionales y nunca de lo territorial, no obstante que la fragmentación política y la legitimidad democrática se construyen fundamentalmente en lo local, donde los gobernantes y las corporaciones son más próximas al ciudadano y están llamados a responder más directamente por los servicios públicos a su cargo.
lo que se ha puesto de presente es la existencia de un verdadero salpicón político. Nadie podría afirmar que un partido o movimiento haya postulado en el debate electoral una línea de pensamiento político sobre la administración territorial. Ninguno de ellos ha propuesto una iniciativa homogénea sobre los impuestos territoriales, la reducción del gasto publico en lo local, o la solución a los problemas de transporte masivo o a la necesidad de acciones eficaces en materia de seguridad ciudadana. El proceso electoral transcurre en medio de las alianzas de ocasión, de la farándula de los medios y de la entrega de condones, que paradójicamente parece ser el adminículo más fecundo en materia electoral. La política visible es la de coaliciones que nada le dicen al ciudadano. En la capital del país, el ex alcalde se inscribe con firmas, pero es reconocido candidato del Liberalismo y de Cambio Radical.
La situación pone de presente que la reforma política está haciendo agua en las actuales elecciones locales. Para empezar, la regla no es la consolidación, sino la fragmentación política, que quiso combatirse a partir de las listas y candidatos únicos que definió el acto legislativo 1 de 2003, de suerte que cada partido presentara plataformas ideológicas que le permitieran identificarse frente al ciudadano como verdaderas alternativas democráticas. Nada de esto está ocurriendo en medio de las coaliciones pegadas con babas, que sustentan a los actuales candidatos. Por otro lado, el mecanismo del umbral, según el cual las listas que tienen derecho a participar en el escrutinio son sólo aquellas que hayan tenido un determinado porcentaje de los sufragios, resulta ser prácticamente inexistente para las asambleas y los concejos, al determinar el artículo 263 de la Constitución que el umbral será del 50% del cociente electoral. Ello no favorece la agrupación, lo cual se traduce en la multiplicidad de movimientos, partidos y partidos de garaje que están concurriendo a estas elecciones. Lo más preocupante de la situación actual termina siendo de qué manera la reforma política, que pretendió resolver en buena medida la falta de representatividad en los órganos de elección popular, ahora pueda traducirse en un mayor nivel de dificultades para la gobernabilidad en lo local, como lo acaba de advertir un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo.
Se ha informado que existen 23 partidos polÃticos nacionales, 180 movimientos regionales, 12 organizaciones provinciales y 44 organizaciones distritales, inscritas en el Registro de Partidos PolÃticos de Jurado Nacional de Elecciones. Mientras tanto, esperan su reconocimiento, 7 partidos nacionales, 26 movimientos regionales, 5 organizaciones provinciales y 34 distritales. Además, 364 organizaciones polÃticas trabajan todavÃa en la recolección de firmas, según el número de kits electorales o planillones que la ONPE ha vendido desde julio del 2007. Aún más, 1,097 organizaciones fueron descalificadas definitivamente.
El número de movimientos regionales es elevado (180). Loreto tiene 14 movimientos; JunÃn, 12; Cusco, 11; Huancavelica y Puno, 10 cada uno. Las regiones que tienen menos movimientos inscritos son Ica (3) y La Libertad (2).
Lo anterior demuestra la tremenda fragmentación y dispersión polÃtica que existe en el paÃs. Algunos analistas explican que la causa de este hecho es la legislación electoral. Es una explicación parcial. Hay otras causas más profundas que explican la dispersión polÃtica; tales como el fracaso de los viejos partidos polÃticos de derecha que siempre han gobernado el Perú, desde el conservador y aristocrático Partido Civil – a fines del siglo XIX y comienzos del siglo ** – hasta el actual partido gobernante dirigido por Alan GarcÃa. Diversos partidos polÃticos han desfilado por el escenario nacional, tales como el Partido Constitucional, el Partido Liberal, el Movimiento Democrático Pradista, el Partido Demócrata Cristiano, la Unión Nacional OdriÃsta, Acción Popular, Perú Posible, etc. A partir de los años 80 han proliferado los partidos, una tendencia que continua hasta la fecha.
Otra causa es el caudillismo, considerado como uno de los enigmas clásicos de nuestra vida polÃtica, según el historiador Alberto Flores Galindo. El caudillismo nacional se ha trasladado a las regiones y se ha convertido en pragmatismo utilitario.
La dimensión de los problemas y de las tareas pendientes obliga a contar con partidos polÃticos de izquierda maduros, consistentes en sus fundamentos ideológicos y programáticos, con dirigentes y cuadros que se preparen para gobernar. El Movimiento Nueva Izquierda (MNI) marcha hacia su reconocimiento e inscripción. Su propuesta integral de nueva República, con Proyecto Nacional y Nueva Constitución. Es parte de la unidad más amplia de las fuerzas de izquierda y del campo popular.
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La reforma política del nuevo milenio ha permitido que a nivel nacional se hayan logrado en buena medida los objetivos de ésta a nivel de la representatividad democrática, la consolidación de los partidos y el funcionamiento de las instituciones, por una mayor disciplina y coherencia en las bancadas del Congreso. Sin embargo, lo que viene ocurriendo durante el año en curso, con ocasión del proceso electoral para las regionales, es una verdadera caricatura que pone de presente de qué manera entre las instituciones se piensan entre nosotros en función de los modelos nacionales y nunca de lo territorial, no obstante que la fragmentación política y la legitimidad democrática se construyen fundamentalmente en lo local, donde los gobernantes y las corporaciones son más próximas al ciudadano y están llamados a responder más directamente por los servicios públicos a su cargo.
lo que se ha puesto de presente es la existencia de un verdadero salpicón político. Nadie podría afirmar que un partido o movimiento haya postulado en el debate electoral una línea de pensamiento político sobre la administración territorial. Ninguno de ellos ha propuesto una iniciativa homogénea sobre los impuestos territoriales, la reducción del gasto publico en lo local, o la solución a los problemas de transporte masivo o a la necesidad de acciones eficaces en materia de seguridad ciudadana. El proceso electoral transcurre en medio de las alianzas de ocasión, de la farándula de los medios y de la entrega de condones, que paradójicamente parece ser el adminículo más fecundo en materia electoral. La política visible es la de coaliciones que nada le dicen al ciudadano. En la capital del país, el ex alcalde se inscribe con firmas, pero es reconocido candidato del Liberalismo y de Cambio Radical.
La situación pone de presente que la reforma política está haciendo agua en las actuales elecciones locales. Para empezar, la regla no es la consolidación, sino la fragmentación política, que quiso combatirse a partir de las listas y candidatos únicos que definió el acto legislativo 1 de 2003, de suerte que cada partido presentara plataformas ideológicas que le permitieran identificarse frente al ciudadano como verdaderas alternativas democráticas. Nada de esto está ocurriendo en medio de las coaliciones pegadas con babas, que sustentan a los actuales candidatos. Por otro lado, el mecanismo del umbral, según el cual las listas que tienen derecho a participar en el escrutinio son sólo aquellas que hayan tenido un determinado porcentaje de los sufragios, resulta ser prácticamente inexistente para las asambleas y los concejos, al determinar el artículo 263 de la Constitución que el umbral será del 50% del cociente electoral. Ello no favorece la agrupación, lo cual se traduce en la multiplicidad de movimientos, partidos y partidos de garaje que están concurriendo a estas elecciones. Lo más preocupante de la situación actual termina siendo de qué manera la reforma política, que pretendió resolver en buena medida la falta de representatividad en los órganos de elección popular, ahora pueda traducirse en un mayor nivel de dificultades para la gobernabilidad en lo local, como lo acaba de advertir un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo.
Se ha informado que existen 23 partidos polÃticos nacionales, 180 movimientos regionales, 12 organizaciones provinciales y 44 organizaciones distritales, inscritas en el Registro de Partidos PolÃticos de Jurado Nacional de Elecciones. Mientras tanto, esperan su reconocimiento, 7 partidos nacionales, 26 movimientos regionales, 5 organizaciones provinciales y 34 distritales. Además, 364 organizaciones polÃticas trabajan todavÃa en la recolección de firmas, según el número de kits electorales o planillones que la ONPE ha vendido desde julio del 2007. Aún más, 1,097 organizaciones fueron descalificadas definitivamente.
El número de movimientos regionales es elevado (180). Loreto tiene 14 movimientos; JunÃn, 12; Cusco, 11; Huancavelica y Puno, 10 cada uno. Las regiones que tienen menos movimientos inscritos son Ica (3) y La Libertad (2).
Lo anterior demuestra la tremenda fragmentación y dispersión polÃtica que existe en el paÃs. Algunos analistas explican que la causa de este hecho es la legislación electoral. Es una explicación parcial. Hay otras causas más profundas que explican la dispersión polÃtica; tales como el fracaso de los viejos partidos polÃticos de derecha que siempre han gobernado el Perú, desde el conservador y aristocrático Partido Civil – a fines del siglo XIX y comienzos del siglo ** – hasta el actual partido gobernante dirigido por Alan GarcÃa. Diversos partidos polÃticos han desfilado por el escenario nacional, tales como el Partido Constitucional, el Partido Liberal, el Movimiento Democrático Pradista, el Partido Demócrata Cristiano, la Unión Nacional OdriÃsta, Acción Popular, Perú Posible, etc. A partir de los años 80 han proliferado los partidos, una tendencia que continua hasta la fecha.
Otra causa es el caudillismo, considerado como uno de los enigmas clásicos de nuestra vida polÃtica, según el historiador Alberto Flores Galindo. El caudillismo nacional se ha trasladado a las regiones y se ha convertido en pragmatismo utilitario.
La dimensión de los problemas y de las tareas pendientes obliga a contar con partidos polÃticos de izquierda maduros, consistentes en sus fundamentos ideológicos y programáticos, con dirigentes y cuadros que se preparen para gobernar. El Movimiento Nueva Izquierda (MNI) marcha hacia su reconocimiento e inscripción. Su propuesta integral de nueva República, con Proyecto Nacional y Nueva Constitución. Es parte de la unidad más amplia de las fuerzas de izquierda y del campo popular.