Marta: Maria, explícame qué diablos hacemos aquí, se supone que entraríamos esta noche a las casas del norte ya que los dueños se fueron de vacaciones.
Maria: En esta casa hay algo muy valioso que necesitamos sacar, pero ya cállate que nos descubrirán.
Marta: Pero ¿Qué es?
Maria: Ahorita lo vas a ver, tú no te preocupes está todo perfectamente medido, los que viven en esta casa salieron esta noche a cenar, luego irán al cine y posiblemente verán la nueva de esa saga famosa.
Marta: ¿La de las momias, extraterrestres, hombres lobos y vampiros del espacio?, ¡Bah! La gente debería ver más películas de arte o leer un libro en vez de malgastar el tiempo, y ustedes (al publico) no crean que por ser ladrones no tenemos cultura que ya es bastante molesto que nos digan que somos malos por tener que sobrevivir de este digno trabajo para que además nos llamen ignorantes.
Mario: ¿Verdad? Somos ladrones pero nunca ignorantes, de hecho el 30% de lo que robamos son libros para la biblioteca municipal. Bueno, bueno ya dejando la política de un lado, dime Marta ¿puedes abrir la puerta?
Marta: Hasta crees... la gente de ahora ya no confía en el prójimo, ahora le ponen a su puerta tres candados, una cadena, una reja de metal inoxidable y su sistema de seguridad con código numérico.
Maria: ¿Por qué nos hacen el trabajo tan difícil? Si todo lo que les quitamos ustedes lo reponen en tres días. ¿Creen que es divertido escalar hasta la ventana y utilizar las herramientas para poder entrar a sus casas?
Marta (casi llorando): No, es que así no se vale, uno se tiene que ganar la vida haciendo malabares cada vez más y más peligrosos sólo porque la gente de ahora es bien insegura. ¿Ven? Hasta me hacen llorar.
Maria: Te entiendo Marta, te entiendo, tu llora que yo te apoyo y ustedes (al publico) también deberían sentir un poco mas de simpatía por nosotros porque seremos ladrones pero sentimientos tenemos.
Marta: Mario, la puerta está abierta.
Mario: ¿Cómo?
Marta: La puerta está abierta, entra rápido por lo que necesitas yo te hecho aguas.
Maria: Gracias diosito por escucharnos. (Entra rápidamente a la casa, luego sale con un perro)
Marta: ¿Qué es eso?
Maria: Es Michito, mi perro, ya sabes... para la casa.
Marta: ¿Cómo que tu perro?
Maria: Si, esta es la casa de mis papas, es que extrañaba a mi perrito.
Inicia la escena en un restaurant elegante. Entra Azucena, una mujer muy bien vestida y se sienta a la mesa. El mozo se acerca, ella se levanta, lo toma del brazo y lo conduce hacia su mesa).
Azucena: (Habla rápido.)
Buenas noches, señor. Por favor, ¿me podría atender enseguida? Estoy apurada.
Mozo: ¿Qué dice, si la podría tender? ¿Dónde quiere que la tienda?
Azucena: Disculpe, dije si me podría atender.
Mozo: Sí, ya escuché, me preguntó si la podría tender. Esto es un restorán, no es un lugar para que la gente se tienda. Si se quiere tender vaya a tenderse a un sillón, a un sofá o a una plaza.
Azucena: ¿A una plaza? ¿Para qué?
Mozo: Para tenderse en un banco, si quiere.
Azucena: Yo a los bancos voy a pagar las cuentas, no a atenderme. Para atenderme voy a…
Mozo: (La Interrumpe)
Claro, para tenderse viene al restorán. Pero aquí la gente no viene a tenderse, viene a comer. Si quiere tenderse vaya a otro lado.
Azucena: Señor, usted no me entiende, yo no quiero tenderme.
Mozo: Señora, usted me preguntó si yo la podría tender. Y yo a los clientes no los tiendo.
Azucena: Yo no sé si los tiende, pero ¡me parece que no los entiende!
Mozo: (Irritado) ¡Claro que los entiendo! Pero no los tiendo. Lo único que a veces tiendo es la ropa: camisas, medias, pan…
Azucena: (Lo interrumpe) ¡Pan! Justamente, podría ir trayendo pan, por lo menos.
Mozo: Señora, yo me refería a pantalones.
Azucena: ¿Pantalones? ¿Para qué quiero que me traiga pantalones? Si quisiera pantalones no vendría a un restorán, iría a una tienda de ropa. Si vengo acá, es para comer.
Mozo: ¿Y por qué no come en lugar de hablar tanto?
Azucena Cómo quiere que coma si usted no me trae nada, ni siquiera me muestra las entradas?
Mozo: Señora, usted de entrada tomó las cosas mal.
Azucena: ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo nada para tomar? Ni agua me trajo…
Mozo: Si usted me pide que la tienda yo no sé qué traerle.
Azucena: Señor, por favor, entienda: no le pido que me tienda, ¡sino que me atienda!
Mozo: ¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no es clara yo no la puedo atender.
Azucena: ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siempre Azucena.
Mozo: ¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?
Azucena: ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.
Mozo: Pero, ¿en qué quedamos? ¿No acaba de decir que siempre la llamaron Azucena?
Azucena: ¿Y a la cena de quién quiere que me llamen? Señor, ¿por qué no la termina con esta escena y se ocupa de mi cena?
Mozo: Señora, no la entiendo. Usted dijo que la llamaron a mi cena, y acá la que viene a cenar es usted, no yo. Yo estoy trabajando de Mozo.
Azucena: Sí, de Mozo… demos o… demos o… otra oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me trae algo para comer?
Mozo: Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar unos tomates rellenos?
Azucena: Podría ser. ¿Están buenos?
Mozo: Claro, son tomates de quinta.
Azucena: ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que si vengo a un restorán es para que me sirvan comida de primera, no de quinta.
Mozo: Pero, señora, justamente, son tomates de quinta, excelentes…
Azucena: (Se levanta y ce acerca a la puerta)
¡Quédese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!
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Marta: Maria, explícame qué diablos hacemos aquí, se supone que entraríamos esta noche a las casas del norte ya que los dueños se fueron de vacaciones.
Maria: En esta casa hay algo muy valioso que necesitamos sacar, pero ya cállate que nos descubrirán.
Marta: Pero ¿Qué es?
Maria: Ahorita lo vas a ver, tú no te preocupes está todo perfectamente medido, los que viven en esta casa salieron esta noche a cenar, luego irán al cine y posiblemente verán la nueva de esa saga famosa.
Marta: ¿La de las momias, extraterrestres, hombres lobos y vampiros del espacio?, ¡Bah! La gente debería ver más películas de arte o leer un libro en vez de malgastar el tiempo, y ustedes (al publico) no crean que por ser ladrones no tenemos cultura que ya es bastante molesto que nos digan que somos malos por tener que sobrevivir de este digno trabajo para que además nos llamen ignorantes.
Mario: ¿Verdad? Somos ladrones pero nunca ignorantes, de hecho el 30% de lo que robamos son libros para la biblioteca municipal. Bueno, bueno ya dejando la política de un lado, dime Marta ¿puedes abrir la puerta?
Marta: Hasta crees... la gente de ahora ya no confía en el prójimo, ahora le ponen a su puerta tres candados, una cadena, una reja de metal inoxidable y su sistema de seguridad con código numérico.
Maria: ¿Por qué nos hacen el trabajo tan difícil? Si todo lo que les quitamos ustedes lo reponen en tres días. ¿Creen que es divertido escalar hasta la ventana y utilizar las herramientas para poder entrar a sus casas?
Marta (casi llorando): No, es que así no se vale, uno se tiene que ganar la vida haciendo malabares cada vez más y más peligrosos sólo porque la gente de ahora es bien insegura. ¿Ven? Hasta me hacen llorar.
Maria: Te entiendo Marta, te entiendo, tu llora que yo te apoyo y ustedes (al publico) también deberían sentir un poco mas de simpatía por nosotros porque seremos ladrones pero sentimientos tenemos.
Marta: Mario, la puerta está abierta.
Mario: ¿Cómo?
Marta: La puerta está abierta, entra rápido por lo que necesitas yo te hecho aguas.
Maria: Gracias diosito por escucharnos. (Entra rápidamente a la casa, luego sale con un perro)
Marta: ¿Qué es eso?
Maria: Es Michito, mi perro, ya sabes... para la casa.
Marta: ¿Cómo que tu perro?
Maria: Si, esta es la casa de mis papas, es que extrañaba a mi perrito.
Marta: ¡Maria!
Maria: Hay perdón.
Fin
Inicia la escena en un restaurant elegante. Entra Azucena, una mujer muy bien vestida y se sienta a la mesa. El mozo se acerca, ella se levanta, lo toma del brazo y lo conduce hacia su mesa).
Azucena: (Habla rápido.)
Buenas noches, señor. Por favor, ¿me podría atender enseguida? Estoy apurada.
Mozo: ¿Qué dice, si la podría tender? ¿Dónde quiere que la tienda?
Azucena: Disculpe, dije si me podría atender.
Mozo: Sí, ya escuché, me preguntó si la podría tender. Esto es un restorán, no es un lugar para que la gente se tienda. Si se quiere tender vaya a tenderse a un sillón, a un sofá o a una plaza.
Azucena: ¿A una plaza? ¿Para qué?
Mozo: Para tenderse en un banco, si quiere.
Azucena: Yo a los bancos voy a pagar las cuentas, no a atenderme. Para atenderme voy a…
Mozo: (La Interrumpe)
Claro, para tenderse viene al restorán. Pero aquí la gente no viene a tenderse, viene a comer. Si quiere tenderse vaya a otro lado.
Azucena: Señor, usted no me entiende, yo no quiero tenderme.
Mozo: Señora, usted me preguntó si yo la podría tender. Y yo a los clientes no los tiendo.
Azucena: Yo no sé si los tiende, pero ¡me parece que no los entiende!
Mozo: (Irritado) ¡Claro que los entiendo! Pero no los tiendo. Lo único que a veces tiendo es la ropa: camisas, medias, pan…
Azucena: (Lo interrumpe) ¡Pan! Justamente, podría ir trayendo pan, por lo menos.
Mozo: Señora, yo me refería a pantalones.
Azucena: ¿Pantalones? ¿Para qué quiero que me traiga pantalones? Si quisiera pantalones no vendría a un restorán, iría a una tienda de ropa. Si vengo acá, es para comer.
Mozo: ¿Y por qué no come en lugar de hablar tanto?
Azucena Cómo quiere que coma si usted no me trae nada, ni siquiera me muestra las entradas?
Mozo: Señora, usted de entrada tomó las cosas mal.
Azucena: ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo nada para tomar? Ni agua me trajo…
Mozo: Si usted me pide que la tienda yo no sé qué traerle.
Azucena: Señor, por favor, entienda: no le pido que me tienda, ¡sino que me atienda!
Mozo: ¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no es clara yo no la puedo atender.
Azucena: ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siempre Azucena.
Mozo: ¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?
Azucena: ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.
Mozo: Pero, ¿en qué quedamos? ¿No acaba de decir que siempre la llamaron Azucena?
Azucena: ¿Y a la cena de quién quiere que me llamen? Señor, ¿por qué no la termina con esta escena y se ocupa de mi cena?
Mozo: Señora, no la entiendo. Usted dijo que la llamaron a mi cena, y acá la que viene a cenar es usted, no yo. Yo estoy trabajando de Mozo.
Azucena: Sí, de Mozo… demos o… demos o… otra oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me trae algo para comer?
Mozo: Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar unos tomates rellenos?
Azucena: Podría ser. ¿Están buenos?
Mozo: Claro, son tomates de quinta.
Azucena: ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que si vengo a un restorán es para que me sirvan comida de primera, no de quinta.
Mozo: Pero, señora, justamente, son tomates de quinta, excelentes…
Azucena: (Se levanta y ce acerca a la puerta)
¡Quédese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!
ESPERO QUE TE SIRVA
Asereje