capibara", se trata del roedor mas grande del mundo, su hábitat son las riberas de los caños y de los ríos, y regiones pantanosas.
Actualización:Hábitat: en las inmediaciones de bañados, esteros, lagunas, ríos y arroyos que tengan cobertura vegetal (pajonales, totorales o monte ribereño). Su andar es lento y torpe, pero en el agua son muy veloces gracias a membranas que unen sus dedos permitiéndoles nadar y bucear ágilmente. Es un excelente buceador, llegando a permanecer tres minutos bajo el agua. La parte superior de su cabeza es recta, formando una línea perfecta su nariz, ojos y orejas, lo que le permite asomarse en el agua para observar lo que ocurre a su alrededor. Puede utilizar el agua para resguardarse del peligro.
Es una especie que se encuentra ampliamente distribuida en las zonas de llanos Sudamericanos, y habita desde Panamá hasta el Sur de la Provincia de Buenos Aires en Argentina.
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Mariஐღღ HOLA AMIGA!!!!!!!!
Muchas veces paso y como ya te respondieron, sólo te dejo estrellita, pero hoy decidí responderte
LA LEYENDA DEL CARPINCHO
El mejor cazador de la tribu perseguía sin saberlo, al patriarca de los Carpinchos. A pesar de que cruzaron campos, sierras y bañados, el cazador no perdía la pista de su presa, y cuando el animal se dio cuenta de que no podría escapar, se detuvo y encaró a su perseguidor diciéndole: “No debes matarme, soy un Carpincho mágico y si me matas tú y los tuyos sufrirán grandes desastres, en cambio si me dejas escapar te concederé tres deseos”.
El cazador quedó estupefacto al ver que el Carpincho hablaba y lo primero que pensó fue que el animal lo estaba engrupiendo.
“¿Cómo sé yo que no escaparás y que te olvidarás de cumplir mis deseos?” Le dijo desconfiado.
El Carpincho, después de pensar un buen rato dio su respuesta, digna de un patriarca: “Si decides no cazarme es porque tus deseos son más importantes que el hecho de comerse un Carpincho mágico; y cualquier deseo que sea más importante que un Carpincho mágico, es imposible que no se vuelva realidad.”
Esta vez fue el cazador quien se quedó pensando hasta que finalmente aceptó la propuesta, cerró los ojos y pidió sus tres deseos. Cuando los abrió, ni rastros del Carpincho mágico.
¿Si al cazador se le cumplieron los deseos? Nadie lo sabe, pues nunca se supo que pidió, pero dice la leyenda que él, su familia y toda la tribu tuvieron una existencia llena de paz, y abundancia en salud y alimentos. ¿Qué nada de eso fue lo que pidió?
Entonces, bien merecido se tenía que el Carpincho lo jo--diera, por cazar fuera de temporada. Paz, hermano...
Agradezco a la página de donde saqué la información.
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Gracias compañera de ruta
Marisa te voy a contar dos leyendas del
CARPINCHO BLANCO
Entre protector de los carpinchos, que la cultura criolla del litoral tomó seguramente de los indÃgenas chaqueños, su forma es la de un carpincho blanco, aunque a veces suele tener el color propio de ese animal. No se lo puede matar, castiga a los cazadores que abusan de dicha especie o cazan fuera de la época que corresponde: Por lo común se apararece como un carpincho al que el cazador hiere con una bala, y que huye dejando un reguero de sangre, siguiendo el mismo el cazador termina perdiéndose en los esteros más intrincados.,
LEYENDA DEL CARPINCHO
Cerca de los esteros del IBERÃ,vivÃa un mariscador llamado MARTÃN LÃPEZ, hombre rudo de piel fuerte curtida por los soles, las lluvias y los vientos.cuya vida estaba muy bien adaptada en el medio agreste en que vivÃan.
Su rancho era muy pobre de tacurú, de abobe y paja que lo cobijaba a él y a su mujer, contra todas las inclemencias del tiempo. Sus hijos ya no estaban con ellos se habÃan ido en busca de nuevos horizontes, cansados de tanta pobreza, quedando el matrimonio solo..
Don MartÃn, como era conocido entre los demás mariscadores, de vez en cuando iba al pequeño boliche a disfrutar de unas partidas de truco, con su vieja canoa, empuñando, no remos, sino una tacuara que hundÃa en el fondo del estero y asà iba empujando su embarcación, junto al depósito rústico y precario donde guardaba y hacÃa acopio de los productos de su trabajo-
Cuando este tenÃa en sus bolsillos dinero de lo que el vencÃa se sentÃa como un hombre rico. Entonces iba con su esposa a comprar toda clase de mercaderÃa para su subsistencia, pero el aprovechaba la ocasión para quedarse con sus amigos jugando como era su costumbre unos partidos de truco.
Su mujer era una mezcla de tuyutà y miel de lechiguana, era su fiel compañera desde hacÃa muchos años y jamás se le habÃa quejado de la gran soledad y carencias de tantas cosas.
Pero un dÃa en que su esposo habÃa a vender nuevos cueros, gano más de lo esperado y también bebió más de la cuenta, para festejar con los amigos el acontecimiento.Fue tan asà que se hizo la noche y se empezó a levantar un fuerte viento al tomar la canoa y esta iba repleta de mercaderÃa y provisiones, chocó con un embalsado y esta se dio vuelta de campana, al suceder este hecho el hombre se golpeó la cabeza, su cuerpo se hundió rápidamente y quedo enredado entre las raÃces y las ramas del estero, falleciendo de inmediato ahogado.
Su mujer al ver que este no regresaba, tomo una lámpara y salió a buscarlo, hundiendo sus pies en el lodo y la maraña, el viento seguÃa soplando fuerte y su larga cabellera negra iba flotando en el aire, hasta que pasando bajo un sauce una rama la golpeó y cayó desmayada, la lámpara voló por los aires yendo a golpear en otro árbol y dado la proporción del viento se empezó a incendiar llegando el fuego hacÃa donde yacÃa la mujer desmayada. Su cuerpo de inmediato se convirtió en una tea yaciente. Pero el viento siguió toda la noche.
Cuando empezó el amanecer, del agua salió un roedor nunca visto de gran tamaño y de piel gruesa y resistente que yendo directo al sitió que en la noche se habÃa producido el incendio.
Fue cuando entonces este roedor se encuentra con una hembra y juntos siguieron camino hacia el montoso del estero.
Nunca los mariscadores del lugar se pudieron explicar la repentina y misteriosa desaparición de don MartÃn López y su mujer.
Hermosa leyenda
Hola Amiga
Aca va tu respuesta sobre la leyenda del carpincho
Una de las islas más grande del rÃo Paraná es entrerriana y es actualmente, una atracción turÃstica importante.
Oficialmente es Reserva Ictica Provincial pero, para quienes la conocemos desde nuestra niñez, como se conoce a una buena vecina sigue siendo la “isla madre”, “la grande”, la misteriosa Curuzú ChalÃ.
Allà vivieron y seguirán viviendo personas que saben los secretos que esconde y que no siempre es bueno develarlos.
Uno de estos encantos o hechizos es el que aureola la mágica existencia del “carpincho blanco” ¿Existe realmente? ¿Es el guardián o protector dentro de sus semejantes de los despiadados depredadores?.
Créase o no, esto es lo que conozco respecto a este mito o realidad, algo que queremos todos quienes sabemos que esto es parte de nuestro folklore idiosincrasia y tradición.
Saludos
Cerca de los Esteros del Iberá , vivÃa un mariscador llamado MartÃn López. Hombre rudo y fuerte, de piel curtida por los soles, las lluvias y los vientos. Su existencia se desarrollaba en ese medio agreste pero al que se adaptaba perfectamente.
Su rancho -pobre tacurú de adobe y paja- lo cobijaba a él y a su mujer contra las inclemencias del tiempo.
Los hijos ya se habÃan ido en busca de mejor fortuna, cansados de esa pobreza y de ese lugar inospito, quedando los padres solos, porque ya se hallaban habituados a ese sitio y a esa vida.
Don MartÃn -como era conocido entre los demás mariscadores y en el pequeño boliche del poblado más cercano- disfrutaba cada vez que salÃa a mariscar en su vieja canoa, empuñando -no los remos- sino una vieja tacuara que hundÃa en el fondo del estero y con la que impulsaba su embarcación.
HabÃa construido junto a su rancho un pequeño depósito -rústico y precario- para el acopio de los productos de su faena.
Allà se podÃan encontrar desde cueros de yacaré y de vÃboras de diversos tipos, hasta plumas de garza
Cada tanto, Don MartÃn, cargaba su canoa con sus cueros y sus plumas, y los llevaba a vender a los compradores que venÃan para ese fin desde los centros poblados.
Cuando el mariscador sentÃa en sus bolsillos el rollo de billetes, experimentaba la sensación de ser un hombre rico.
CorrÃa entonces, hasta el boliche y hacÃa su "provista", llevándole a su patrona: harina, grasa, almidón, fideos, yerba, azúcar...
Pero, antes se quedaba a saborear con los amigos, unas copitas de caña mientras se jugaba unos partidos de truco.
Esa era la vida humilde pero apacible de Don MartÃn.
Su mujer -una mezcla de tuyutà y miel lechiguana - era su fiel compañera desde hacia varios años y jamás se quejaba de la soledad y la carencia de tantas cosas que podrÃa haber tenido viviendo en otro lugar.
Pero, un dÃa, en que Don MartÃn habÃa ido a vender sus cueros, ganó más dinero que de costumbre y bebió más de la cuenta, para festejar el hecho, se le hizo pronto de noche. Sucedió, entonces, que se levantó un viento fuerte y, como la canoa venÃa demasiado cargada de provisiones, al chocar con un embalsado , dio una vuelta campana, golpeando al hombre en la cabeza.
Su cuerpo se hundió rápidamente y quedó atrapado entre las raÃces y tallos de las plantas del estero, pereciendo ahogado.
Su mujer se afligió mucho cuando la noche cayó sin que su marido regresara y tomando una lámpara de aceite salió a buscarlo.
Sus pies se hundÃan entre el barro y la maraña. El viento le azotaba la cara y hacia volar su larga cabellera, cuando al pasar bajo el sauce, una de sus flexibles ramas agitadas por el vendaval, la golpeó brutalmente, tirándola al suelo, desmayada.
La lámpara salió despedida por los aires y fue a destrozarse contra el tronco de otro árbol.
El fuego tomó el cuerpo enseguida entre la maleza seca y la paja que la circundaba y se extendió hasta el lugar donde se hallaba la indefensa mujer. Su figura pronto fue una tea yaciente.
El viento siguió soplando su furia descomunal hasta más de medianoche.
Cuando las luces de la aurora empezaron a colorear de rosa el cielo sobre el estero, del agua apareció un roedor nunca visto, de piel gruesa y resistente que yendo, directamente hacia el sitio que se habÃa incendiado de la noche anterior, se encontró con su hembra y juntos se dirigieron hacia un sector montuoso del estero.
Nunca, los demás mariscadores, se pudieron explicar la repentina y misteriosa desaparición de Don MartÃn y su mujer.
Hola Marisa !
LEYENDA DEL CARPINCHO
Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, cuando todo era paz y alegrÃa; caÃa la tarde las mujeres preparaban el magno alimento con raÃces y pescados... los hombres en rueda fraterna, compartÃan sus pitadas mientras conversaban sobre los accidentes de la pesca. De pronto... a la vuelta de un bosquecillo de espinillos, apareció una vieja. VenÃa cansada... se habÃa perdido..., ya no podÃa volver a su tolderÃa sin que la sorprendiese la noche... y pedÃa asilo a los hermanos.
Un toba la escuchaba en silencio,... y... cosa rara; no quiso ayudarla. Saliéndose de la ley tribal, con gesto terminante de negación absoluta le contestó: caicá ( no hay)...
.. No habÃa hospitalidad para la fatigada y triste peregrina... y la vieja al perderse tras el montecito de espinillos gimió dolorida y acongojada.
El cielo empezó a cubrirse de nubes. Los truenos rompÃan el aire, amenazadores..., y hasta el rayo apareció como dando latigazos, aquà y allá.
Una lluvia persistente y furiosa cayó durante dÃas y noches, castigando a los tobas, ya hambrientos.
Al fin, pareció aplacarse la ira del Noón, el sol de un dÃa nuevo brilló cual promesa de perdones dorados, con sonrisas de esperanzas jugueteando sobre los pastos verdes y tiernos...
Los hombres y las mujeres fueron juntos al bosque... y, oh! dolorosa sorpresa: el castigo era más grande que los truenos ... mayor que los relámpagos; más terrible que el nublado mismo... AllÃ, tumbado en el suelo estaba un árbol sagrado, el más alto del bosque, cuyas ramas antes se confundÃan con las nubes.
Por ese árbol las almas de los muertos, trepándose de rama en rama, subÃan a reunirse con el genio.
Azorados observaron el tronco cortado por dientes menudos... y... allÃ, a poca distancia, vieron alejarse una figura extraña. Era la vieja que, transformada en carpincho habÃa derribado el vÃnculo que los unÃa al Noón.
Desde entonces, las almas de los tobas no tienen por donde subir a la región luminosa donde habita el genio..
No volvieron a crecer árboles de esa especie; porque los carpinchos, multiplicados, siguen destruyéndolos en cumplimiento de la antigua maldición.
Que tengas un muy lindo dìa !
Ahora conozco la leyenda..al carpincho lo conocÃa de los esteros del Paraná y tengo unas hermosas botas de piel de carpincho (pero ya venÃan hechas)
Hola Marisa.
Interesante lo que preguntas sobre la LEYENDA DEL CARPINCHO. Veré que aprendo de todo esto y asà me entero.
LA LEYENDA DEL CARPINCHO
Cerca de los Esteros del Iberá (1) vivÃa un mariscador (2) llamado MartÃn López. Hombre rudo y fuerte, de piel curtida por los soles, las lluvias y los vientos. Su existencia se desarrollaba en ese medio agreste pero al que se adaptaba perfectamente.
Su rancho -pobre tacurú (3) de adobe y paja- lo cobijaba a él y a su mujer contra las inclemencias del tiempo.
Los hijos ya se habÃan ido en busca de mejor fortuna, cansados de esa pobreza y de ese lugar inhóspito, quedando los padres solos, porque ya se hallaban habituados a ese sitio y a esa vida.
Don MartÃn -como era conocido entre los demás mariscadores y en el pequeño boliche del poblado más cercano- disfrutaba cada vez que salÃa a mariscar en su vieja canoa, empuñando -no los remos- sino una vieja tacuara que hundÃa en el fondo del estero y con la que impulsaba su embarcación.
HabÃa construido junto a su rancho un pequeño depósito -rústico y precario- para el acopio de los productos de su faena.
Allà se podÃan encontrar desde cueros de yacaré y de vÃboras de diversos tipos, hasta plumas de garza
Cada tanto, Don MartÃn, cargaba su canoa con sus cueros y sus plumas, y los llevaba a vender a los compradores que venÃan para ese fin desde los centros poblados.
Cuando el mariscador sentÃa en sus bolsillos el rollo de billetes, experimentaba la sensación de ser un hombre rico.
CorrÃa entonces, hasta el boliche y hacÃa su "provista", llevándole a su patrona: harina, grasa, almidón, fideos, yerba, azúcar...
Pero, antes se quedaba a saborear con los amigos, unas copitas de caña mientras se jugaba unos partidos de truco.
Esa era la vida humilde pero apacible de Don MartÃn.
Su mujer -una mezcla de tuyutà (4) y miel lechiguana (5)- era su fiel compañera desde hacia varios años y jamás se quejaba de la soledad y la carencia de tantas cosas que podrÃa haber tenido viviendo en otro lugar.
Pero, un dÃa, en que Don MartÃn habÃa ido a vender sus cueros, ganó más dinero que de costumbre y bebió más de la cuenta, para festejar el hecho, se le hizo pronto de noche. Sucedió, entonces, que se levantó un viento fuerte y, como la canoa venÃa demasiado cargada de provisiones, al chocar con un embalsado (6), dio una vuelta campana, golpeando al hombre en la cabeza.
Su cuerpo se hundió rápidamente y quedó atrapado entre las raÃces y tallos de las plantas del estero, pereciendo ahogado.
Su mujer se afligió mucho cuando la noche cayó sin que su marido regresara y tomando una lámpara de aceite salió a buscarlo.
Sus pies se hundÃan entre el barro y la maraña. El viento le azotaba la cara y hacia volar su larga cabellera, cuando al pasar bajo el sauce, una de sus flexibles ramas agitadas por el vendaval, la golpeó brutalmente, tirándola al suelo, desmayada.
La lámpara salió despedida por los aires y fue a destrozarse contra el tronco de otro árbol.
El fuego tomó el cuerpo enseguida entre la maleza seca y la paja que la circundaba y se extendió hasta el lugar donde se hallaba la indefensa mujer. Su figura pronto fue una tea yaciente.
El viento siguió soplando su furia descomunal hasta más de medianoche.
Cuando las luces de la aurora empezaron a colorear de rosa el cielo sobre el estero, del agua apareció un roedor nunca visto, de piel gruesa y resistente que yendo, directamente hacia el sitio que se habÃa incendiado de la noche anterior, se encontró con su hembra y juntos se dirigieron hacia un sector montuoso del estero.
Nunca, los demás mariscadores, se pudieron explicar la repentina y misteriosa desaparición de Don MartÃn y su mujer.
Felices sueños esta noche para TÃ.
Mari,-
¿Acaso aún no te has enterado que la ilustradora de la vida natural y primitiva eres tú?,
abda cuentanos esa leyenda.
Gracias, eres un primor de persona.
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⥠ηÃÄ¿ÏÅã ⥠aмιgoÑ del alмa . Que bonita historia nos ha narrado esta mujer. Muchas gracias, es sencilla como deberÃa de ser la vida misma