Viendo una rana a un buey que pacía en el prado, pensó entre si, que quizá lograría ser tan grande como él, si inflaba su pellejo arrugado. Y comenzó a hincharse de tal manera, que le pareció que ya era tan grande como el buey; lo preguntó a sus hijos, y estos le respondieron que no, prosiguió ella hinchándose, y les volvió a preguntar lo mismo. Es inútil que te esfuerces, madre , respondieron los hijos, pues no podrás nunca igualar al buey. Entonces la rana haciendo un tercer esfuerzo aun más violento para hincharse, reventó.
Moraleja:
Debe cada uno estar contento con su estado, y no tratar de igualarse con el que sabe más o es más poderoso, si no quiere hacerse a sí mismo miserable.
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La rana y el buey.
Viendo una rana a un buey que pacía en el prado, pensó entre si, que quizá lograría ser tan grande como él, si inflaba su pellejo arrugado. Y comenzó a hincharse de tal manera, que le pareció que ya era tan grande como el buey; lo preguntó a sus hijos, y estos le respondieron que no, prosiguió ella hinchándose, y les volvió a preguntar lo mismo. Es inútil que te esfuerces, madre , respondieron los hijos, pues no podrás nunca igualar al buey. Entonces la rana haciendo un tercer esfuerzo aun más violento para hincharse, reventó.
Moraleja:
Debe cada uno estar contento con su estado, y no tratar de igualarse con el que sabe más o es más poderoso, si no quiere hacerse a sí mismo miserable.
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