Los tlalmactes o mayeques; “ que quiere decir labradores que están en tierras ajenas, por que las otras dos maneras de tributarios todos tienen tierras en particular o en común en su barrio o calpulli, como queda declarado y éstos no la tienen si no ajenas ; por que a los principios; cuando repartieron las tierras, los que la ganaron, como se ha dicho, no les cupo a éstos partes….No se podían ir estos mayeques de unas tierras a otras ni se vio que se fuesen o dejasen las que labraban, ni que la intentase, por que no había quien osase ir contra lo que les era obligado; y en estas tierras sucedían los hijos o herederos del señor de ellas, y pasaban con ellos a los mayeques que en ellas había…” “ en lugar del tributo que al señor supremo debían, daban -los mayeques- al señor de las tierras que labraban lo que está dicho las tenían y nombraban por suyas, porque tenían el dominio útil y los dueños el directo.”
“ cuando el seño muere y deja hijos, ésta en sus manos repartir sus tierras patrimoniales y dejar a cada uno de ellos los mayeques y tierras que les pareciere, porque no son mayorazgo, y lo mismo los demás que tenían tierras y mayeques.”
El noble recibía la tierra como propiedad individual, es decir no era de una comunidad, era de él, y recibía junto con la tierra, los individuos que trabajan la tierra, que se llamaban mayeques.
No ten ustedes la diferencia que hay entre el mayeque y el macehual, el mayeque es el trabajador de la tierra de un noble; el macehual es el trabajador de su propia parcela dentro del calpulli, que es una comunidad. Al recibir la tierra la recibí con los mayeques que eran trabajadores libres, no eran esclavos, el esclavo es otra categoría, era un trabador libre pero adherido a la tierra. Algo muy semejante a la organización del siervo de la gleba que existía en la propiedad feudal. El mayeque trabajaba entonces la tierra para el noble y se sustentaba de los productos de su trabajo, pero al mismo tiempo pagaba una gran contribución al noble. Por otra parte el mayeque tenía una obligación – que después vamos a ver en la organización colonial-, que es el servicio por tandas, por turnos. Entonces todos los mayeques de una finca de un noble, tenían que proporcionar cada semana o cada mes un número de individuos hombre, y un número de mujeres, que hicieran el servicio personal de un noble: traían agua, traían leña, barrían la casa, cosían la ropa etc., es decir, hacían los trabajos domésticos; éstos eran trabajadores domésticos no retribuidos , el noble no retribuía a sus mayeques que le prestaban este servicio personal, si no que eran retribuidos por la comunidad de los mayeques, es decir tenían a demás de mantenerse ellos y pagarle al noble su contribución, tenían que mantener a los que estaban trabajando en la casa del noble.
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En la zona geográfica que corresponde a la mitad sur del México actual, se desarrolló una gran actividad cultural desde unos 2000 años a. C. En esta región habitaron diversos pueblos, algunos de los cuales nos han dejado muestra de su floreciente cultura, como es el caso de los restos arqueológicos de la ciudad de Teotihuacán, ya deshabitada cuando llegaron los españoles.
En la meseta central mexicana desde finales del siglo VII hasta mediados del siglo XII, se desarrolló la cultura tolteca que llegó a fusionarse con la maya en su expansión hasta el Yucatán. En este marco geográfico, más concretamente en las orillas e islas del lago Texcoco, se desarrolló la civilización azteca, una de las civilizaciones mejor conocida de la América precolombina y la unidad política más importante de toda Mesoamérica cuando llegaron los españoles.
Los aztecas son herederos de la tradición cultural de los toltecas, que sirven de nexo entre la cultura azteca y la maya.
Los aztecas, que se hacían llamar a sí mismos «mexicas», llegaron del norte y se asentaron en la cuenca del Texcoco a mediados del siglo XII, fundando su capital, Tenochtitlán, en 1325. La palabra «azteca» tiene su origen en una legendaria tierra del norte llamada «Aztlán». Según cuenta la leyenda, los aztecas abandonaron esta mítica Aztlán, por orden de los dioses y debían instalarse allí donde encontrasen un águila devorando a una serpiente.