Las grandes oportunidades que hay allá afuera y la inmensidad del tamaño de Internet, y al ser tan espacioso y al favor tantos temas para escribir, entonces es muy sencillo ganar moneda con la escritura y este curso de aquí https://tr.im/1PPQt te enseñara como.
Si utilizas tu tiempo usando Gana Dinero Escribiendo entonces descubrirás lo rentable que es este curso cuanto puedes ganar más, mucho más.
A posteriori de descubrí este sitio incrementaras tus ingresos porque la formula presentado en el curso funciona de verdad.
De esta manera que no esperes mas, tú todavía puedes comenzar a ocasionar ingresos trabajando desde casa con Gana Dinero Escribiendo y si aplicas el método aprendido en su curso beneficiaras de unos resultados increíbles.
Escenario: una casa humilde, un molino, unas montañas y un castillo.
(Escena I)
Un hombre cava en el jardín, mientras sus hijos lo ven.
Narrador: Juan y María miraban a su padre cavando en el jardín. Era un trabajo muy pesado así que fueron a animarle.
María: Mira, papá ha encontrado una bota vieja.
Juan: ¿Qué harás con ella?
Señor Martín: Podemos enterrarlo aquí. Dicen que si se pone un zapato viejo debajo de un cerezo crece mucho mejor.
María:
(Riendo) ¿Qué es lo que crecerá? ¿La bota?
Señor Martín: Bueno, si crece, tendremos bota asada para comer.
Narrador: Así juntos, enterraron la bota. Y ya entrada la primavera, un viento fuerte derribó el cerezo. Cuando se acercaron para recoger las ramas caídas vieron una planta nueva. Y decidieron dejarla creer para ver que era, porque no se parecía a las que ellos conocían, tampoco pudieron encontrarla en los libros de jardinería.
Juan: Jamás vi una planta como ésta.
(Escena II)
La planta ha crecido, y ahora tiene unos frutos grisáceos extraños.
Narrador: La planta era bastante interesante, así que la dejaron crecer. A la primavera siguiente, era casi un arbolito. En otoño, aparecieron frutos, pero estos eran muy raros estaban llenos de bultos y tenían una forma muy curiosa.
Señora Martín: (intrigada) Ese fruto me recuerda algo…(pensativa)…¡Parecen botas!
Juan: (tocando el fruto con asombro) ¡Es verdad! Parecen botas.
Señora Gómez: (asomándose)¿Dijeron botas?
María: ¡Sí, crecen botas!
Señora Gómez: ¿Puedo acercarme a mirarlas?, Pedrito ya es grande y necesitará botas.
Señora Martín: Claro que sí. Pase y véalas con sus propios ojos.
Narrador: La señora Gómez se acercó, con el bebé en brazos. Lo puso junto al árbol, cabeza abajo. Juan y María acercaron un par de frutos a sus pies.
Juan: Aún no están maduras. Vuelva mañana para ver si han crecido un poco más.
Narrador: (Pronuncia su discurso, mientras en el fondo las mamas prueban botas a sus hijos) La señora Gómez volvió al día siguiente, y el próximo, uno más, hasta que al final de la semana, descubrieron un par que parecía justo el número de Pedrito. María las bajó y la señora Gómez se las puso a su hijo. Le quedaban muy bien y Pedrito comenzó a caminar por el jardín. Así que el señor Martín decidió que todos los que necesitaran botas para sus hijos podían venir a recogerlas del árbol.
Pronto el jardín se llenó de mujeres con niños pequeños. Algunas alzaban a los bebés para poder calzarles los zapatos, otras los levantaban cabeza abajo para medir la fruta con sus pies. Juan y María recogieron las que sobraban y las colocaron sobre el césped, ordenándolas por pares. Las madres que llegaron tarde probaron estas botas, hasta que todos los niños tuvieron las suyas. Al final del día, el árbol estaba pelado.
(Escena III)
Cambio a la casa de los Blanco.
Narrador: La señora Blanco, volvió a casa muy contenta porque consiguió zapatos para los trillizos.
Señora Blanco: Los traje gratis, del árbol del señor Martín. Mira, la cáscara es dura como el cuero, pero por dentro son muy suaves.
Narrador: El señor Blanco contempló detenidamente los pies de sus hijos.
Señor Blanco: Tengo una idea, quítales los zapatos.
Narrador: Y mientras el señor Blanco, llevaba a cabo su idea, pasaron los años. El árbol de los Martin, produjo frutos más grandes; y los niños crecían, así que seguían encontrando zapatos. Hasta que un día, apareció un gran cartel en casa del señor Blanco, CALZADOS BLANCO, S.A. decía.
Señor Martín: Con razón andaba el señor Blanco tan sospechoso plantando cosas en su huerto. El bribón planto todos los zapatos que le dimos gratis a su familia y ahora tiene muchos árboles.
Señora Martín: (amargamente) Dicen que se hará rico con ellos.
Narrador: Y así parecía, el señor Blanco contrató tres mujeres para que le recolectaran los zapatos de los árboles y los clasificaran por números. Luego envolvían los zapatos en papel de seda y los guardaban en cajas para enviarlos a la ciudad, donde los venderían a buen precio.
Al mirar por la ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.
Señor Martín: Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol.
Señora Martín: (cariñosamente) No sirves para los negocios, querido. Y mejor que todos los niños del pueblo puedan tener zapatos gratis.
(Escena IV)
cambio a un campo junto al huerto del señor Blanco donde los niños juegan.
Narrador: El señor Blanco había construido un muro muy alto para que no entrara la gente. Sin embargo, Pepe, un amigo de Juan y María. Con gran esfuerzo había escalado el muro.
Juan: Hola, Pepe, ¿Qué hacías ahí?
Pepe:
(Saltando frente a ellos, sonriente) recojo frutos de zapato para que mi abuelita me haga un pastel con ellos.
María: ¿Un pastel?¿Y sabe bien?
Pepe: ¡Riquísimo!, la cáscara es un poco dura. Pero si cocinas lo de dentro, con mucho azúcar, está muy rico. Mi abuelita hace unos pasteles estupendos con los zapatos. Ven a probarlos, si quieres.
Narrador: Juan y María ayudaron a Pepe a llevar los frutos a su abuela, y todos comieron un trozo de pastel. Era dulce y muy rico, tenía un sabor más fuerte que las manzanas y muy raro. A Juan y a María les gustó muchísimo. Al llegar a casa, recogieron algunas frutas que quedaban en el árbol de los zapatos.
María: Las pondremos en el horno, aprendí a hacer manzanas asadas, no puede ser muy distinto.
Narrador: María y Juan asaron los zapatos, rellenándolos con pasas de uva. Cuando sus padres volvieron de trabajar, se los sirvieron, con nata. Al señor y a la señora Martín les gustaron tanto como a los niños
Señor Martín: ¡Vaya! Tengo una idea magnífica y la pondré en práctica.
Narrador: Al día siguiente, llevó los frutos de zapato a la ciudad. Se detuvo en la feria y habló con un vendedor. Entonces el vendedor escribió en un cartel “Frutos de zapato a 5 monedas el kilo”.
Curioso 1: Yo pagué 500 monedas por un par para mi hijo en la zapatería. ¡Y aquí las venden a 5!
Vendedor:
(gritando)¡Sólo cinco monedas!. Hay que pelarlos y comer la pulpa, que es deliciosa. ¡Son muy buenos para hacer pasteles!
Curioso 1: (moloesta)
Nunca más volveré a comprarlos en la zapatería.
Narrador: Al final del día, el vendedor se sentía muy contento. El señor Martin le había regalado los frutos y ahora tenía la cartera llena de dinero. Por su parte el señor Blanco, remató su mercancía, puso carteles nuevos que decían “Grandes rebajas”, “5 monedas el par”
(Escena V)
Cambio a casa de los Martin
Narrador: Después de esto, todo el mundo se puso contento: los niños del pueblo seguían consiguiendo zapatos gratis del árbol de la familia Martín, y a la gente de la ciudad no les importaba pagar 5 monedas por un par en la zapatería. Y todos los que querían podían comer la fruta. El único que no estaba contento era el señor Blanco; aún vendía algunos zapatos, pero ganaba menos dinero que antes.
Señor Martín: ¿Crees que estuve mal con el señor Blanco?
Señora Martín: Me parece que no. Después de todo, la fruta es para comerla ¿verdad?
María: Y además ¿no fue lo que dijiste al enterrar aquella bota vieja? ¿Te acuerdas? Nos prometiste que cenaríamos botas asadas.
Casi todos mis sillones los he comprado en los sitios web y siempre han sido un excelente compra, como me encantan tanto me he comprado un par de sillones para el jardín, los sillones son perfectos, pega muy bien en el paisaje, los cojines son extraíble y la madera es de muy buena calidad, han pasado por lluvia y mucho sol y no le ha pasado nada solo he tenido que cuidarle un poco, sin duda una excelente compra.
Autor: Alan Rejón (adaptación de cuento a obra de teatro)
Personajes:
Pedro.
El Señor.
El Pintor.
La Joven.
PRIMER ACTO.
El criado aparece en escena, con su brazo rompe el vidrio de la ventana y con su abrazo alcanza la perilla y abre la puerta, solo una leve luz entra por la ventana.
Pedro: Pase señor, deje de mojarse en esa tormenta del demonio. El señor entra a escena sacudiéndose.
Señor: ¡Diablos! Mi saco se ha arruinado.
Pedro: Señor ¿No cree que nos vayamos a meter en problemas por haber entrado sin permiso a esta mansión?
Señor: No te preocupes querido amigo, mañana por la mañana le dejaremos una nota y dinero al dueño explicándole nuestro infortunio, el entenderá, juzgando por la fachada los habitantes son gente con un gusto artístico exquisito… ¡Mira esas pinturas!
El señor se acerca rápidamente para contemplar las pinturas que se encuentran en la pared.
Pedro: Usted sabe que yo no entiendo de esas cosas y sinceramente señor este lugar me da escalofríos; Por fuera el castillo parece como si hubiera estado abandonado por un buen tiempo, y por dentro está tan limpio y cuidado, es muy extraño.
Señor: Tú y tus tontas supersticiones, no te preocupes Pedro, a lo mejor han contratado algún criado en un pueblo cercano para que mantenga todo en orden, mientras ve si buscas un candelabro en alguna de las habitaciones.
Pedro asiente y sale de escena.
Señor: Que hermosas pinturas.
El señor mira a su lado y ve como si fuera una aparición el retrato de una bella mujer, él se acerca.
Señor: Oh, bella, bella joven mujer, dime ¿Quién eres? Humm, ¿Qué es lo que dice aquí? ¿Sera tu nombre bella mujer?(Acerca la cara para poder distinguir las letras) “Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable que en mala hora amó al pintor y se desposo de él”.
FIN DEL PRIMER ACTO.
SEGUNDO ACTO
El lugar es el mismo, pero el viejo castillo que antes habíamos visto dentro de una tormenta, ahora está iluminado por un radiante sol.
Señor (Narrando): “El tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores.” El pintor y la joven entran a escena tomados de la mano, y se sientan en el piso.
Pintor: Amor mío, hemos pasado toda la mañana juntos, es hora de que regrese a mis pinturas.
Joven: Cariño creo que enloquezco por tu culpa, ahora siento celos de tus pinceles, pareciera que los amas más a ellos que a mí. ¿Estoy loca por envidiar tu trabajo? ¿Por sentirme engañada cuando estas pintando? No te quiero lejos de mí.
Pintor: No querida, no estás loca, estás enamorada.
El pintor y la joven se abrazan y se besan.
Señor (Narrando): “Ella joven, de rarísima belleza, no odiaba nada más que el arte, que era su rival, no temiendo más los pinceles que le arrebataban el amor de su adorado.”
Pintor: Mi amor, me gustaría hacerte un cuadro, pintarte, retratarte y hacer tu belleza inmortal.
Señor (Narrando): “Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla.”
Joven (Asustada): ¿Yo? No, no creo.
Pintor: Por favor querida, serías mi obra maestra.
Joven: ¿Qué me has hecho? No puedo negarte nada amado, así que ve por tus instrumentos. El pintor se levanta y sale de escena corriendo.
FINAL DEL SEGUNDO ACTO.
TERCER ACTO.
La joven está sentada con las manos cruzadas en un cómodo sillón, el pintor está sentado en una banca con su paleta y su pincel en la mano y un cuadro en blanco frente a él.
Pintor: Cierra los ojos amada, quiero que el color de ellos sea un secreto entre nosotros dos.
Joven: Me quedaré dormida, si tardas demasiado.
Pintor: No te preocupes esto será rápido.
Señor (Narrando): “El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día.”
Pintor: ¿Te has quedado dormida?
Joven: No mi amor, aun estoy contigo.
Señor (Narrando): “El hombre se perdía entre mil sueños, tanto que no notaba que la luz que penetraba tan lúgubremente por la venta secaba lentamente la salud de su amada.”
Pintor: Ya estoy terminando cariño, solo le tengo que poner un poco de color a tus mejillas… (Le da los últimos toces a su obra) ¡Es hermosa querida! ¡Es hermosa! ¡Es la vida misma! ¿Mi amor, te has quedado dormida?
El pintor se acercó lentamente a su amada y la sacudió ligeramente para despertarla pero ella se dejo caer en el sillón.
Señor (Narrando): “Al final la pintura le había drenado el alma, la joven estaba muerta”.
Answers & Comments
Verified answer
¿Qué te parece esta? Es de 3 personajes y no es tan larga.
http://www.obrasdeteatrocortas.com/2012/11/el-mosq...
Saludos.
Las grandes oportunidades que hay allá afuera y la inmensidad del tamaño de Internet, y al ser tan espacioso y al favor tantos temas para escribir, entonces es muy sencillo ganar moneda con la escritura y este curso de aquí https://tr.im/1PPQt te enseñara como.
Si utilizas tu tiempo usando Gana Dinero Escribiendo entonces descubrirás lo rentable que es este curso cuanto puedes ganar más, mucho más.
A posteriori de descubrí este sitio incrementaras tus ingresos porque la formula presentado en el curso funciona de verdad.
De esta manera que no esperes mas, tú todavía puedes comenzar a ocasionar ingresos trabajando desde casa con Gana Dinero Escribiendo y si aplicas el método aprendido en su curso beneficiaras de unos resultados increíbles.
Obra de teatro – El árbol de los zapatos
Título: El árbol de los zapatos.
Autor: Adaptado del cuento de los hermanos Grimm.
Personajes: Narrador, María, Juan, Señor Martín, Señora Martín, Señora Gómez, señoras con bebés, señora Blanco, señor Blanco, Pepe,
Curioso 1, vendedor, curioso 2
Escenario: una casa humilde, un molino, unas montañas y un castillo.
Obra de teatro – El árbol de los zapatos
Título: El árbol de los zapatos.
Autor: Adaptado del cuento de los hermanos Grimm.
Personajes: Narrador, María, Juan, Señor Martín, Señora Martín, Señora Gómez, señoras con bebés, señora Blanco, señor Blanco, Pepe,
Curioso 1, vendedor, curioso 2
Escenario: una casa humilde, un molino, unas montañas y un castillo.
(Escena I)
Un hombre cava en el jardín, mientras sus hijos lo ven.
Narrador: Juan y María miraban a su padre cavando en el jardín. Era un trabajo muy pesado así que fueron a animarle.
María: Mira, papá ha encontrado una bota vieja.
Juan: ¿Qué harás con ella?
Señor Martín: Podemos enterrarlo aquí. Dicen que si se pone un zapato viejo debajo de un cerezo crece mucho mejor.
María:
(Riendo) ¿Qué es lo que crecerá? ¿La bota?
Señor Martín: Bueno, si crece, tendremos bota asada para comer.
Narrador: Así juntos, enterraron la bota. Y ya entrada la primavera, un viento fuerte derribó el cerezo. Cuando se acercaron para recoger las ramas caídas vieron una planta nueva. Y decidieron dejarla creer para ver que era, porque no se parecía a las que ellos conocían, tampoco pudieron encontrarla en los libros de jardinería.
Juan: Jamás vi una planta como ésta.
(Escena II)
La planta ha crecido, y ahora tiene unos frutos grisáceos extraños.
Narrador: La planta era bastante interesante, así que la dejaron crecer. A la primavera siguiente, era casi un arbolito. En otoño, aparecieron frutos, pero estos eran muy raros estaban llenos de bultos y tenían una forma muy curiosa.
Señora Martín: (intrigada) Ese fruto me recuerda algo…(pensativa)…¡Parecen botas!
Juan: (tocando el fruto con asombro) ¡Es verdad! Parecen botas.
Señora Gómez: (asomándose)¿Dijeron botas?
María: ¡Sí, crecen botas!
Señora Gómez: ¿Puedo acercarme a mirarlas?, Pedrito ya es grande y necesitará botas.
Señora Martín: Claro que sí. Pase y véalas con sus propios ojos.
Narrador: La señora Gómez se acercó, con el bebé en brazos. Lo puso junto al árbol, cabeza abajo. Juan y María acercaron un par de frutos a sus pies.
Juan: Aún no están maduras. Vuelva mañana para ver si han crecido un poco más.
Narrador: (Pronuncia su discurso, mientras en el fondo las mamas prueban botas a sus hijos) La señora Gómez volvió al día siguiente, y el próximo, uno más, hasta que al final de la semana, descubrieron un par que parecía justo el número de Pedrito. María las bajó y la señora Gómez se las puso a su hijo. Le quedaban muy bien y Pedrito comenzó a caminar por el jardín. Así que el señor Martín decidió que todos los que necesitaran botas para sus hijos podían venir a recogerlas del árbol.
Pronto el jardín se llenó de mujeres con niños pequeños. Algunas alzaban a los bebés para poder calzarles los zapatos, otras los levantaban cabeza abajo para medir la fruta con sus pies. Juan y María recogieron las que sobraban y las colocaron sobre el césped, ordenándolas por pares. Las madres que llegaron tarde probaron estas botas, hasta que todos los niños tuvieron las suyas. Al final del día, el árbol estaba pelado.
(Escena III)
Cambio a la casa de los Blanco.
Narrador: La señora Blanco, volvió a casa muy contenta porque consiguió zapatos para los trillizos.
Señora Blanco: Los traje gratis, del árbol del señor Martín. Mira, la cáscara es dura como el cuero, pero por dentro son muy suaves.
Narrador: El señor Blanco contempló detenidamente los pies de sus hijos.
Señor Blanco: Tengo una idea, quítales los zapatos.
Narrador: Y mientras el señor Blanco, llevaba a cabo su idea, pasaron los años. El árbol de los Martin, produjo frutos más grandes; y los niños crecían, así que seguían encontrando zapatos. Hasta que un día, apareció un gran cartel en casa del señor Blanco, CALZADOS BLANCO, S.A. decía.
Señor Martín: Con razón andaba el señor Blanco tan sospechoso plantando cosas en su huerto. El bribón planto todos los zapatos que le dimos gratis a su familia y ahora tiene muchos árboles.
Señora Martín: (amargamente) Dicen que se hará rico con ellos.
Narrador: Y así parecía, el señor Blanco contrató tres mujeres para que le recolectaran los zapatos de los árboles y los clasificaran por números. Luego envolvían los zapatos en papel de seda y los guardaban en cajas para enviarlos a la ciudad, donde los venderían a buen precio.
Al mirar por la ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.
Señor Martín: Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol.
Señora Martín: (cariñosamente) No sirves para los negocios, querido. Y mejor que todos los niños del pueblo puedan tener zapatos gratis.
(Escena IV)
cambio a un campo junto al huerto del señor Blanco donde los niños juegan.
Narrador: El señor Blanco había construido un muro muy alto para que no entrara la gente. Sin embargo, Pepe, un amigo de Juan y María. Con gran esfuerzo había escalado el muro.
Juan: Hola, Pepe, ¿Qué hacías ahí?
Pepe:
(Saltando frente a ellos, sonriente) recojo frutos de zapato para que mi abuelita me haga un pastel con ellos.
María: ¿Un pastel?¿Y sabe bien?
Pepe: ¡Riquísimo!, la cáscara es un poco dura. Pero si cocinas lo de dentro, con mucho azúcar, está muy rico. Mi abuelita hace unos pasteles estupendos con los zapatos. Ven a probarlos, si quieres.
Narrador: Juan y María ayudaron a Pepe a llevar los frutos a su abuela, y todos comieron un trozo de pastel. Era dulce y muy rico, tenía un sabor más fuerte que las manzanas y muy raro. A Juan y a María les gustó muchísimo. Al llegar a casa, recogieron algunas frutas que quedaban en el árbol de los zapatos.
María: Las pondremos en el horno, aprendí a hacer manzanas asadas, no puede ser muy distinto.
Narrador: María y Juan asaron los zapatos, rellenándolos con pasas de uva. Cuando sus padres volvieron de trabajar, se los sirvieron, con nata. Al señor y a la señora Martín les gustaron tanto como a los niños
Señor Martín: ¡Vaya! Tengo una idea magnífica y la pondré en práctica.
Narrador: Al día siguiente, llevó los frutos de zapato a la ciudad. Se detuvo en la feria y habló con un vendedor. Entonces el vendedor escribió en un cartel “Frutos de zapato a 5 monedas el kilo”.
Curioso 1: Yo pagué 500 monedas por un par para mi hijo en la zapatería. ¡Y aquí las venden a 5!
Vendedor:
(gritando)¡Sólo cinco monedas!. Hay que pelarlos y comer la pulpa, que es deliciosa. ¡Son muy buenos para hacer pasteles!
Curioso 1: (moloesta)
Nunca más volveré a comprarlos en la zapatería.
Narrador: Al final del día, el vendedor se sentía muy contento. El señor Martin le había regalado los frutos y ahora tenía la cartera llena de dinero. Por su parte el señor Blanco, remató su mercancía, puso carteles nuevos que decían “Grandes rebajas”, “5 monedas el par”
(Escena V)
Cambio a casa de los Martin
Narrador: Después de esto, todo el mundo se puso contento: los niños del pueblo seguían consiguiendo zapatos gratis del árbol de la familia Martín, y a la gente de la ciudad no les importaba pagar 5 monedas por un par en la zapatería. Y todos los que querían podían comer la fruta. El único que no estaba contento era el señor Blanco; aún vendía algunos zapatos, pero ganaba menos dinero que antes.
Señor Martín: ¿Crees que estuve mal con el señor Blanco?
Señora Martín: Me parece que no. Después de todo, la fruta es para comerla ¿verdad?
María: Y además ¿no fue lo que dijiste al enterrar aquella bota vieja? ¿Te acuerdas? Nos prometiste que cenaríamos botas asadas.
Fin
:V
Casi todos mis sillones los he comprado en los sitios web y siempre han sido un excelente compra, como me encantan tanto me he comprado un par de sillones para el jardín, los sillones son perfectos, pega muy bien en el paisaje, los cojines son extraíble y la madera es de muy buena calidad, han pasado por lluvia y mucho sol y no le ha pasado nada solo he tenido que cuidarle un poco, sin duda una excelente compra.
Título: El retrato oval
Autor: Alan Rejón (adaptación de cuento a obra de teatro)
Personajes:
Pedro.
El Señor.
El Pintor.
La Joven.
PRIMER ACTO.
El criado aparece en escena, con su brazo rompe el vidrio de la ventana y con su abrazo alcanza la perilla y abre la puerta, solo una leve luz entra por la ventana.
Pedro: Pase señor, deje de mojarse en esa tormenta del demonio. El señor entra a escena sacudiéndose.
Señor: ¡Diablos! Mi saco se ha arruinado.
Pedro: Señor ¿No cree que nos vayamos a meter en problemas por haber entrado sin permiso a esta mansión?
Señor: No te preocupes querido amigo, mañana por la mañana le dejaremos una nota y dinero al dueño explicándole nuestro infortunio, el entenderá, juzgando por la fachada los habitantes son gente con un gusto artístico exquisito… ¡Mira esas pinturas!
El señor se acerca rápidamente para contemplar las pinturas que se encuentran en la pared.
Pedro: Usted sabe que yo no entiendo de esas cosas y sinceramente señor este lugar me da escalofríos; Por fuera el castillo parece como si hubiera estado abandonado por un buen tiempo, y por dentro está tan limpio y cuidado, es muy extraño.
Señor: Tú y tus tontas supersticiones, no te preocupes Pedro, a lo mejor han contratado algún criado en un pueblo cercano para que mantenga todo en orden, mientras ve si buscas un candelabro en alguna de las habitaciones.
Pedro asiente y sale de escena.
Señor: Que hermosas pinturas.
El señor mira a su lado y ve como si fuera una aparición el retrato de una bella mujer, él se acerca.
Señor: Oh, bella, bella joven mujer, dime ¿Quién eres? Humm, ¿Qué es lo que dice aquí? ¿Sera tu nombre bella mujer?(Acerca la cara para poder distinguir las letras) “Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable que en mala hora amó al pintor y se desposo de él”.
FIN DEL PRIMER ACTO.
SEGUNDO ACTO
El lugar es el mismo, pero el viejo castillo que antes habíamos visto dentro de una tormenta, ahora está iluminado por un radiante sol.
Señor (Narrando): “El tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores.” El pintor y la joven entran a escena tomados de la mano, y se sientan en el piso.
Pintor: Amor mío, hemos pasado toda la mañana juntos, es hora de que regrese a mis pinturas.
Joven: Cariño creo que enloquezco por tu culpa, ahora siento celos de tus pinceles, pareciera que los amas más a ellos que a mí. ¿Estoy loca por envidiar tu trabajo? ¿Por sentirme engañada cuando estas pintando? No te quiero lejos de mí.
Pintor: No querida, no estás loca, estás enamorada.
El pintor y la joven se abrazan y se besan.
Señor (Narrando): “Ella joven, de rarísima belleza, no odiaba nada más que el arte, que era su rival, no temiendo más los pinceles que le arrebataban el amor de su adorado.”
Pintor: Mi amor, me gustaría hacerte un cuadro, pintarte, retratarte y hacer tu belleza inmortal.
Señor (Narrando): “Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla.”
Joven (Asustada): ¿Yo? No, no creo.
Pintor: Por favor querida, serías mi obra maestra.
Joven: ¿Qué me has hecho? No puedo negarte nada amado, así que ve por tus instrumentos. El pintor se levanta y sale de escena corriendo.
FINAL DEL SEGUNDO ACTO.
TERCER ACTO.
La joven está sentada con las manos cruzadas en un cómodo sillón, el pintor está sentado en una banca con su paleta y su pincel en la mano y un cuadro en blanco frente a él.
Pintor: Cierra los ojos amada, quiero que el color de ellos sea un secreto entre nosotros dos.
Joven: Me quedaré dormida, si tardas demasiado.
Pintor: No te preocupes esto será rápido.
Señor (Narrando): “El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día.”
Pintor: ¿Te has quedado dormida?
Joven: No mi amor, aun estoy contigo.
Señor (Narrando): “El hombre se perdía entre mil sueños, tanto que no notaba que la luz que penetraba tan lúgubremente por la venta secaba lentamente la salud de su amada.”
Pintor: Ya estoy terminando cariño, solo le tengo que poner un poco de color a tus mejillas… (Le da los últimos toces a su obra) ¡Es hermosa querida! ¡Es hermosa! ¡Es la vida misma! ¿Mi amor, te has quedado dormida?
El pintor se acercó lentamente a su amada y la sacudió ligeramente para despertarla pero ella se dejo caer en el sillón.
Señor (Narrando): “Al final la pintura le había drenado el alma, la joven estaba muerta”.
FINAL DE LA OBRA