En este libro, un aviador —Saint-Exupéry lo fue— se encuentra perdido en el desierto del Sahara, después de haber tenido una avería en su avión. Entonces aparece un pequeño príncipe. En sus conversaciones con él, el narrador revela su propia visión sobre la estupidez humana y la sencilla sabiduría de los niños que la mayoría de las personas pierden cuando crecen y se hacen adultos.
El relato viene acompañado por ilustraciones dibujadas por el autor.
El principito vive en un pequeño planeta, el asteroide B 612, en el que hay tres volcanes (dos de ellos activos y uno no) y una rosa. Pasa sus días cuidando de su planeta, y quitando los árboles baobab que constantemente intentan echar raíces allí. De permitirles crecer, los árboles partirían su planeta en pedazos.
Un día decide abandonar su planeta, quizás cansado de los reproches y reclamos de la rosa, para explorar otros mundos. Aprovecha una migración de pájaros para emprender su viaje y recorrer el universo; es así como visita seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo, los cuales, a su manera, demuestran lo vacías que se vuelven las personas cuando se transforman en adultas.
El último personaje que conoce, el geógrafo, le recomienda viajar a un planeta específico, la Tierra, donde entre otras experiencias acaba conociendo al aviador que, ya habíamos comentado, estaba perdido en el desierto.
El libro comprende una serie de metáforas que deben ser interpretadas para entender plenamente el significado de la obra, lo cual no excluye que una misma imagen sea interpretada por distintas personas de formas diferentes. Cada opinión es una verdad, desde su punto de vista, no habiendo una única forma de ver e interpretar las "insinuaciones" que hace el autor, ni nadie que pueda decir qué es lo correcto o cómo se tiene que interpretar tal o cual cosa.
La historia comienza con una crítica sarcástica a las cosas importantes de la vida y a los adultos, a cómo se condiciona a los niños y se los conduce por el camino "correcto". Una de las frases que ejemplifican esta crítica es: "La geografía, en efecto, me ha servido de mucho; a primera vista podría distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche".
Estas críticas a las cosas "importantes" y al mundo de los adultos van salpicando el libro a lo largo de la narración.
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En este libro, un aviador —Saint-Exupéry lo fue— se encuentra perdido en el desierto del Sahara, después de haber tenido una avería en su avión. Entonces aparece un pequeño príncipe. En sus conversaciones con él, el narrador revela su propia visión sobre la estupidez humana y la sencilla sabiduría de los niños que la mayoría de las personas pierden cuando crecen y se hacen adultos.
El relato viene acompañado por ilustraciones dibujadas por el autor.
El principito vive en un pequeño planeta, el asteroide B 612, en el que hay tres volcanes (dos de ellos activos y uno no) y una rosa. Pasa sus días cuidando de su planeta, y quitando los árboles baobab que constantemente intentan echar raíces allí. De permitirles crecer, los árboles partirían su planeta en pedazos.
Un día decide abandonar su planeta, quizás cansado de los reproches y reclamos de la rosa, para explorar otros mundos. Aprovecha una migración de pájaros para emprender su viaje y recorrer el universo; es así como visita seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo, los cuales, a su manera, demuestran lo vacías que se vuelven las personas cuando se transforman en adultas.
El último personaje que conoce, el geógrafo, le recomienda viajar a un planeta específico, la Tierra, donde entre otras experiencias acaba conociendo al aviador que, ya habíamos comentado, estaba perdido en el desierto.
El libro comprende una serie de metáforas que deben ser interpretadas para entender plenamente el significado de la obra, lo cual no excluye que una misma imagen sea interpretada por distintas personas de formas diferentes. Cada opinión es una verdad, desde su punto de vista, no habiendo una única forma de ver e interpretar las "insinuaciones" que hace el autor, ni nadie que pueda decir qué es lo correcto o cómo se tiene que interpretar tal o cual cosa.
La historia comienza con una crítica sarcástica a las cosas importantes de la vida y a los adultos, a cómo se condiciona a los niños y se los conduce por el camino "correcto". Una de las frases que ejemplifican esta crítica es: "La geografía, en efecto, me ha servido de mucho; a primera vista podría distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche".
Estas críticas a las cosas "importantes" y al mundo de los adultos van salpicando el libro a lo largo de la narración.